top of page
Foto del escritorJoel Cruz Reyes

Mi pueblo necesita un libro

Hay libros que no son para leer...


Hace unas semanas estuve conversando con Lupita, una señora de más de 70 años. Es de un pueblito de las montañas de Oaxaca en los límites con el estado de Guerrero. Vino a visitar a sus hijos que viven en el Estado de México y aprovechó para venir al seminario para ver si conseguía un libro de oraciones en latín.


Dice que esas oraciones tienen un poder y una fuerza muy grande para la gente de su pueblo. Mientras me decía eso, fue sacando de su morral un pequeño paquete envuelto en una tela tejida por ella misma. Lo fue descubriendo con mucha delicadeza y apareció ante mis ojos un viejo libro con la cubierta desgastada y hojas amarillentas por su antigüedad.


¡Es el libro de mi abuelo! Dijo mirándolo con afecto y reverencia. Era el rezandero más respetado de los pueblos de por allá y cuando ya no podía caminar se lo entregó a mi papá para que acompañara los rezos de la gente. Mi papá, cuando ya estaba muy malito, me lo entregó para que yo siguiera yendo a los pueblos a rezar cuando la gente lo necesitaba. Pero ya está muy gastado y algunas letras ya no se ven, por eso ando buscando uno que tenga las mismas oraciones porque si no, ¿Cómo voy a seguir rezando en el pueblo?



Hablaba con un tono de preocupación natural por la gente de su pueblo, casi como si fuera la mamá de las comunidades de esa zona montañosa. Le dije que se sentara y me esperara un momento. Tomé un ritual de celebraciones y oraciones para laicos que animan litúrgicamente sus comunidades en ausencia del sacerdote y se lo ofrecí diciéndole que el libro que buscaba ya no existe, que desde hace mucho la Iglesia dejó de usar el latín en sus celebraciones y oraciones.


Miró el libro que le ofrecí, lo hojeó y dijo: ¡Está muy bonito pero no es lo que necesito! La gente no va a sentir que Dios les habla. Usted no sabe, me dijo, cómo la gente se siente animada y cómo recobra fuerzas cuando me escucha recitar estas oraciones. Sobre todo ahora que estuvieron muriendo muchos por esa enfermedad que vino muy fuerte y otros que los traían muertos del norte. Estas oraciones dan mucho ánimo y esperanza a quienes no saben nada de sus familiares que se fueron a buscar trabajo lejos del pueblo, cuando me escuchan, su sufrimiento se calma, como que les duele menos…



Tomando el libro viejo en mis manos le pregunté: ¿Sabes lo que dicen estas oraciones? Ella me respondió: ¡No!, imagínese, ni siquiera sé leer y escribir. Al escuchar eso, no pude evitar mi asombro y le pregunté: ¿Para qué quieres el libro entonces? Para que la gente de mi pueblo no se sienta abandonada, me dijo. Es que, imagínese, como son pueblos muy chiquitos, los padres de la parroquia solo nos visitan una o dos veces al año y solo por un rato, luego se van.


La gente de gobierno ni sabe que existimos, por eso necesito el libro, porque así, cuando se reúnen o los visito y ven que lo abro y comienzo a recitar las oraciones que sé de memoria, sienten que no están solos, que Dios está con ellos y les habla. Yo no necesito el libro para leer, sino para que la gente vea y sienta que Dios está con nosotros y nos consuela en nuestros dolores. Porque allá la gente sufre mucho, usted no se imagina lo difícil que es la vida por allá.



Me quedé sin palabras… la miré con mucho respeto y admiración. Luego le dije que no necesitaba conseguir un libro nuevo, que no importaba si las letras ya no fueran muy visibles, que solo bastaba restaurarlo y cuidarlo. Le dije que yo se lo iba a arreglar bien para que no se siguiera deshaciendo y maltratando.


Cuando volvió por él, se lo entregué con un protector que indicaba que era un libro sagrado. Ella con alegría me dijo ¡Gracias! Le dije que ya comenzara a buscar a quién se lo iba a pasar para que Dios siguiera hablando y rezando con su pueblo. Me dio un abrazo al despedirse... yo la fui siguiendo con la mirada hasta que desapareció de mi vista.


Esa visita me enseñó que hay libros que no son para leer, sino para ver y sentir a Dios con nosotros y que Dios, verdaderamente, no abandona a su pueblo.



37 visualizaciones0 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo

Comments


bottom of page