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Foto del escritorJoel Cruz Reyes

Humanos tratados como "cosas"

Personas que no comprenden el Evangelio, aunque se digan cristianas, son quienes generan injusticia y violencia en el mundo, porque no saben distinguir entre el ser humano y las cosas. Ellas mismas se ponen en el plano irracional de las cosas y los animales dando rienda suelta a la ley de la selva, donde sobrevive el más astuto y violento.


Punto de partida para la reflexión: El Evangelio no cambia

El Papa Juan XXIII, un poco antes de convocar al Concilio Vaticano II (24 de mayo de 1963) – según su secretario personal, Mons. Loris Capovilla – dijo las siguientes palabras:

“Hoy más que nunca, más que en los siglos pasados, estamos llamados a servir al ser humano en cuanto tal y no solamente a los católicos; a defender sobre todo y donde sea, los derechos de la persona humana y no solamente aquellos de la Iglesia Católica. No es el Evangelio que cambia, somos nosotros que comenzamos a comprenderlo mejor... ha llegado el momento de identificar los signos de los tiempos, de captar sus retos y de proyectar la mirada lejos."

El Evangelio no cambia (Heb 13,8). Somos nosotros que no siempre lo comprendemos bien y las consecuencias las vemos a diario en lo que sucede en los lugares donde vivimos: violencias e injusticias abundan y crecen en nuestros pueblos que se dicen cristianos.



El inicio del cambio: Comprender el Evangelio

En la medida en que vamos comprendiendo que el Evangelio no es una “religión” sino una “persona” (Jesucristo) que ama al ser humano y quiere que el mundo se transforme en un hogar de justicia y de paz, en esa medida le vamos perdiendo miedo al mundo, salimos de nuestros “muros religiosos” y espiritualistas para construir el Reino de Dios (que es justicia y paz, Rm 14,17) en los lugares donde nos encontramos. Esta persona que decimos amar y seguir (Jesucristo), nos dice el Papa Juan Pablo II, con Él Dios ha entrado – como hombre - en la historia de la humanidad (Redemptor Hominis n.1). Por esta razón también cada cristiano consciente de su fe entra en la historia como sujeto y no como objeto pasivo sobre quien recae también la violencia y la injusticia, o peor aún, como generador o cómplice de las mismas.


La condición: Recuperar la humanidad y ordenar la conciencia

El Papa Juan XXIII en la Pacem in Terris dice que la injusticia y la violencia son una cuestión de “orden”. Es decir, la cuestión es que existe un desorden en nuestros valores como personas: se ha llegado a un punto en el que se trata al ser humano como se trata a las cosas, los animales, las plantas... (PT n.4) y advierte que no se puede regular las relaciones entre los seres humanos con la fuerza irracional, esto es una “desviación humana”. Porque refleja la pérdida de la capacidad de distinguir entre un ser humano y cualquier elemento de la naturaleza o cualquier elemento material. En otras palabras, un individuo que regula sus relaciones interpersonales y de grupo mediante la fuerza irracional, es simplemente un “no humano”.


La naturaleza humana coloca en nuestro interior un “orden” que debe ser respetado, de lo contrario viene el caos y la destrucción. Como ejemplo podemos citar el calentamiento global y toda la ola destructiva que se genera con ello, porque no se respetan las leyes o el orden de la naturaleza. En este sentido, eso que llamamos “INJUSTICIA” y “MALTRATO” es simplemente la consecuencia de un “DESORDEN” que predomina en el interior de las personas y de los diversos grupos humanos, por eso las relaciones interpersonales se regulan por medio de la fuerza (matizada por diversos tipos de violencia).



El error: Relacionarnos con las leyes irracionales de la naturaleza

El “orden” que debemos respetar está en nuestra conciencia, ahí están las “leyes” que nuestro interior nos exige obedecer. Cuando no lo hacemos, nos sentimos mal, juzgados, observados por “alguien” a quien consideramos superior… Nuestra conciencia es la voz que nos premia o nos castiga en la medida en la que infringimos ese “orden”.


Un error grave en el que se cae con frecuencia es CREER QUE SE PUEDEN REGULAR LAS RELACIONES de convivencia entre los seres humanos con las mismas “leyes” que son propias de las fuerzas de la naturaleza y de todos los seres irracionales. Las relaciones interpersonales son de otra naturaleza, son “RELACIONES HUMANAS”, por eso las “reglas” se buscan no en la naturaleza animal o irracional sino en la conciencia porque ahí están escritas las “leyes” que debemos seguir.



Para trabajar personalmente y en grupo

Según tu experiencia ¿Qué leyes gobiernan las relaciones entre los individuos, grupos, instituciones en el lugar donde vives y trabajas? ¿Las de la naturaleza animal o irracional? ¿Las de la conciencia?

Escribe tu reflexión y compártela

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