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Equipos y Comunidades de Paz

Los Equipos y Comunidades de Paz, mejor conocidos como ECOPAX, es una asociación de ciudadanos (con espíritu cristiano) que promueven, difunden y cultivan en la sociedad una cultura de paz por todos los medios posibles y en todos los ámbitos de la vida humana y de la convivencia social. Inspirados en la estrategia misionera de San Daniel Comboni, su objetivo principal es formar personas como promotoras y entrenadoras de paz, capaces de convertirse en agentes multiplicadores de un estilo de vida pacífico, fraterno y solidario a nivel individual, grupal, comunitario y social. Por eso, gran parte de sus esfuerzos se encaminan a la creación y fortalecimiento de redes de personas, equipos y comunidades que, ahí donde se encuentran, animan a los diferentes sujetos sociales y eclesiales a trabajar para construir entornos de paz en los contextos donde viven y trabajan.


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ECOPAX se mueve en dos alas o ámbitos de trabajo: la civil y la eclesial. En el ámbito civil se empeña en la capacitación de PROMOTORES DE PAZ a través de la creación de Centros Culturales de Paz en coordinación con instituciones educativas, organizaciones civiles y con autoridades locales. En el ámbito eclesial, el trabajo se dirige al ENTRENAMIENTO DE AGENTES DE PASTORAL para apoyar y fortalecer su trabajo de formación cristiana y hacer de los grupos y movimientos cristianos AGENTES DE PAZ en la iglesia y en la sociedad.


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En ECOPAX somos conscientes de que casi todos los mexicanos hemos sido cultivados en una cultura cristiana católica. Por eso, aunque no participemos activamente y no nos digamos abiertamente que somos católicos o, incluso, rechacemos muchos aspectos de la religión y de la vida de la Iglesia, nos mueven los principios aprendidos en el seno familiar donde nuestros padres y abuelos fueron nuestros primeros educadores y formadores. Y ellos, sembraron en nosotros los principios, criterios y orientaciones para nuestra existencia personal y social. Por eso, para ECOPAX, una de las fuentes de pacificación personal, familiar, laboral y social, es revivir y fortalecer estos valores escondidos en la cotidianidad de cada uno, con la finalidad de convertirlos en fuente bien para cada uno y para toda la sociedad.



La encíclica Pacem in Terris del Papa Juan XXIII, es una fuente de inspiración para la misión de ECOPAX, precisamente porque rescata los valores cristianos que favorecen una convivencia pacífica entre nosotros y con el entorno. Una encíclica, como sabemos, es un documento oficial de la Iglesia que proporciona a todos los cristianos católicos, los principios, criterios y orientaciones para su acción en una problemática específica que afecta a la humanidad. En este caso, la Pacem in Terris, nos proporciona los elementos básicos para nuestra acción en la sociedad y en la Iglesia en las cuestiones que tienen que ver con la paz, ahí donde vivimos y convivimos.


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El 11 de abril de 1963, el Papa Juan XXIII presentó la encíclica “Pacem in Terris”, que en español se traduce como “La Paz en la Tierra”. Con este documento oficial, la Iglesia comenzó a dirigirse a toda la humanidad, ya no solamente a quienes se consideran cristianos católicos, sino a todo ser humano, particularmente a aquellos que tienen “buena voluntad”, es decir, a AQUELLOS QUE QUIEREN EL BIEN en un mundo abrazado por la violencia y la muerte.


La encíclica habla del bien prioritario de Dios: LA PAZ. Ese bien que todo ser humano anhela y que necesita muchos obreros para construirla en medio de la crueldad que, parece ser el rostro predominante de muchos en esta tierra. El Papa se dirigió a todo ser humano invitando, a todos y cada uno, a superar las diferencias culturales, religiosas, visiones políticas y condición social para convertirse en CONSTRUCTORES DE PAZ en sus propias sociedades.


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La Pacem in Terris surge en un contexto de tensión internacional de los años 60, en medio de una carrera armamentista que tenía angustiada a la humanidad entera. Por eso, retomarla y leerla en nuestro tiempo y contexto, los principios, criterios y orientaciones que ofrece para construir la paz en un ambiente donde las armas gobiernan, pue de ser una fuente de luz para quienes buscan la paz y se sienten llamados a ser sus obreros en un contexto donde los conflictos se convierten, con frecuencia, en violencia.


Todo ser humano “DE BUENA VOLUNTAD”, con este documento, es invitado por la Iglesia, a convertirse en “UNA CHISPA DE LUZ” en la densa oscuridad que genera el mal a través de la violencia en todas sus expresiones.
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Uno de los principios básicos que la Pacem in Terris nos recuerda, para lograr una convivencia pacífica, es: “No trates a ningún ser humano como si fuera un animal o una cosa” (PT 1-3). Nos dice que hay dos planos distintos desde donde podemos convivir: el de las cosas/animales y el de las personas. El ser humano, nos dice el Papa, si queremos la paz, no se debe tratar como se trata al resto de la creación: naturaleza, cosmos… Es decir, la paz entre nosotros necesita personas capaces de distinguir o diferenciar a un ser humano de cualquier elemento de la naturaleza o elemento material.


Si las personas no son capaces de establecer esta diferencia, se corre un altísimo riesgo de confundir la dignidad de cada uno y llegar a la violencia en las relaciones interpersonales y con el ambiente (naturaleza). Tratar a un ser humano como si fuera un elemento más de la naturaleza o tratar cualquier elemento de la naturaleza como si fuera un ser humano, es una desviación, una distorsión de la realidad, nos dice la Pacem in Terris.


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Las cosas o elementos materiales generalmente se UTILIZAN y se MANIPULAN para beneficio personal o de grupo. Se considera que NO TIENEN SENTIMIENTOS y, cuando ya no son “útiles” , ya NO SIRVEN o pasan de moda, se DESECHAN. Pueden considerarse OBJETOS DE USO PERSONAL y PROPIEDAD PRIVADA para explotar.


Un animal, aunque se es consciente que tiene sentimientos, se considera que PUEDE SER DOMESTICADO y ser PROPIEDAD PRIVADA. Puede ser considerado como SALVAJE y PELIGROSO. Por eso también puede ser visto como AMENAZA para la seguridad personal, familiar, social... Por lo mismo el maltrato o violencia se convierte en la única manera de domesticarlo. Un animal puede ser cuidado con la finalidad de venderlo o alimentarse de él. También puede ser considerado MASCOTA y por lo mismo es tratado en el plano de la INCAPACIDAD. Es decir, como UN SER QUE NO SE PUEDE VALER POR SÍ MISMO. Por eso, su dueño hace todo por él y para él. Y como NO PUEDE HABLAR, el dueño se imagina o interpreta sus necesidades y le da lo que él piensa o cree que necesita.


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El ser humano, nos dice la Pacem in Terris, es INTELIGENTE y LIBRE, SEÑOR de todo, porque fue creado a IMAGEN y SEMEJANZA DE DIOS. No es un ser que debe ser sometido, porque Dios puso todo bajo sus pies. Esto es lo que señala el Papa teniendo como referencia el Salmo 8 y los relatos de la Creación en el libro del Génesis. Por eso mismo, NO PUEDE SER USADO Y DESECHADO, NO PUEDE SER PROPIEDAD PRIVADA DE NADIE, NO ES ALGUIEN QUE DEBE SER DOMESTICADO... NO ES UN SER INSENSIBLE O SAL VAJE. Es un ser racional que busca el bien y la verdad.


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Este principio de NO TRATAR A NINGÚN SER HUMANO COMO SI FUERA UN ANIMAL O UNA COSA, es básico para disminuir la violencia en nuestra convivencia con uno mismo y con los demás. Porque a ningún ser humano le gusta ser tratado como un OBJETO o como una BESTIA SALVAJE o una MASCOTA. Tratar al ser humano así, es INDIGNO, HUMILLANTE y degrada la IMAGEN Y LA SEMEJANZA CON DIOS. No debemos olvidar que el ser humano es MÁS SE MEJANTE A DIOS QUE A LOS ANIMALES O LAS CO SAS, para que el trato sea DIGNO.


Este principio debe ser aplicado a nosotros mismos y a los demás para que la violencia no gane terreno en nuestras relaciones. En la práctica concreta, entonces, NO DEBO TRATAR AL OTRO COMO UN ANIMAL O UNA COSA, pero también NO DEBO PERMITIR QUE ME TRATEN DE ESA MANERA, porque esto abriría la puerta a las diferentes formas de violencia en uno mismo y en los demás.

Eso que llamamos “INJUSTICIA” y “MALTRATO” es simplemente la consecuencia de un “DESORDEN” que predomina en el interior de las personas y de los diversos grupos humanos, por eso las relaciones interpersonales se regulan por medio de la fuerza (matizada por diversos tipos de violencia).


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Un error grave en el que se cae con frecuencia es CREER QUE SE PUEDEN REGULAR LAS RELACIONES de convivencia entre los seres humanos con las mismas “leyes” que son propias de las fuerzas de la naturaleza y de todos los seres irracionales nos dice el Papa Juan XXIII en la encíclica Pacem in Terris y nos recuerda que las relaciones interpersonales son de otra naturaleza, son “RELACIONES HUMANAS”, por eso las “reglas” se buscan no en la naturaleza animal o irracional sino en la conciencia porque ahí están escritas las “leyes” que debemos seguir. Y esto es lo que ECOPAX pretende recuperar en las personas: la conciencia de estar llamadas a ser más semejantes a Dios que a las cosas y a los animales en su convivencia cotidiana.


Te comparto una guía para reflexionar con tu grupo sobre este principio de convivencia pacífica (haz click sobre el cuadro o en la flecha para descargar el texto).


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