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8. Ser personas de paz

Primero "pacificar" a las personas...

FRASE PARA ESCRIBIR EN UN LUGAR VISIBLE A TODOS:

“En cualquier casa que entren, digan primero: “Paz a esta casa”. (Lc 10, 5)

OBJETIVOS:

  • Comprender la importancia de la paz como el primer paso para trabajar juntos por el bien común.

  • Reconocer que la Voluntad de Dios es que sus hijos promuevan y realicen la paz ahí donde viven y conviven.

 

REVISIÓN DEL COMPROMISO ANTERIOR:

¿Promoviste la convivencia fraterna en tu familia, en tu trabajo, en el grupo de la parroquia o movimiento, en la organización en la que participas o con tus vecinos? Comparte cómo te sentiste y cómo se sintieron los demás. ¿Observaste el lenguaje, las actitudes y los comportamientos cotidianos de las personas con las que convives? ¿Lograste identificar cómo se ven unos a otros? Comparte tu experiencia. ¿Te detuviste a revisar cómo ves tú a los demás? Comparte qué descubriste. ¿Cuál visión predomina: la de hermanos, extraños, adversarios o competencia?

PARTIR DE LA EXPERIENCIA Y REVIVIRLA:

Pedro es coordinador del ministerio de catequesis en su parroquia. Dentro de poco se va a celebrar la fiesta de Pentecostés en la que los catequistas son los responsables de organizarla, pero tiene dificultad en coordinar las actividades que se requieren porque estalló un desacuerdo entre ellos. El problema es que Josefina, que es la catequista que lleva más años en la parroquia, se opone a las novedades que los más jóvenes proponen incluir.

 

El conflicto que se generó entre quienes defienden lo que siempre se ha hecho en esta fiesta y apoyan a Josefina y quienes apoyan a los catequistas nuevos que plantean formas nuevas de realizar la celebración generó un ambiente de agresión e intolerancia. Pedro, al no saber cómo manejar este conflicto entre la tradición y la novedad que dividió a los catequistas y puso en riesgo la realización de la fiesta, acudió al párroco para exponerle la situación y éste, al escucharlo, le dijo que llamara a Juanita que fue catequista muchos años y se retiró por su edad, pero que ella sabía muy bien poner orden en el grupo.

 Juanita acudió a la reunión de catequistas y, con un tono de regaño agresivo, les dijo a todos que ahí en la parroquia se hace lo que los mayores dicen qué se debe hacer, que los más jóvenes y los nuevos en el grupo solo deben ayudar y aprender qué hacen y cómo hacen los que llevan más años organizando la fiesta. Los nuevos y los jóvenes entendieron su intervención como rechazo a ellos. Por esta intervención de Juanita ahora los catequistas se redujeron a menos de la mitad de lo que eran y todos los nuevos y jóvenes se retiraron, algunos de ellos ya no quieren saber nada de la Iglesia y la parroquia ahora tiene mucha dificultad para atender a los niños y jóvenes. El grupo de catequistas perdió el dinamismo juvenil porque solo se quedaron quienes apoyan la tradición, pero el problema es que la mayoría ya pronto serán de la tercera edad y se retirarán de este servicio.

 

REFLEXIÓN PARA COMPARTIR

En el tema anterior dijimos que la Voluntad de Dios es que nos veamos unos a otros como hermanos. Es decir, para Dios, nuestro Papá, la fraternidad es el camino para buscar juntos el bien común. Por eso Jesús puso al centro de toda la convivencia humana la visión de Dios como Papá de todos para que, aún con nuestras diferencias, nuestros intereses, nuestras heridas… busquemos el bien para todos y evitemos hacernos daño. Por eso, dijimos, la fraternidad no solamente es algo valioso en nuestra convivencia cotidiana sino la Voluntad más profunda de Dios que es nuestro Padre.

La recomendación primera de Jesús al enviar a sus discípulos a hacer el bien es que, al entrar en un espacio de convivencia humana, que Él llama “casa”, lo primero que hay que “decir” es “paz”. Es decir, si buscamos el bien de uno mismo y de los demás, lo primero es la paz.  Porque en un espacio de convivencia donde la agresión, la intolerancia, la imposición, el maltrato, la violencia en sus diferentes facetas… ya son el pan de cada día, no podemos entrar echándole más leña al fuego, es decir, agregando más mal al mal.


La recomendación de Jesús a sus seguidores es no entrar como un lobo más donde ya conviven otros lobos que, aunque quieran acariciar al otro, solo tienen garras y fauces para herir, destrozar, matar… Por eso, dice Jesús, es recomendable entrar como “oveja” en esos espacios de convivencia donde no saben más que herirse y maltratarse, porque asumir la manera de actuar de la oveja, implica “utilizar más la cabeza”, la “inteligencia”, la “astucia”, la “frialdad”, la “serenidad” para afrontar la realidad adversa. Esta es, quizá, la razón por la que Jesús recomienda a sus discípulos tener presente la actitud de la serpiente y la paloma a la hora de entrar en esos espacios conflictivos de convivencia (Lc 10, 1-8).

La paz como primer paso para el bien común implica, entonces, desde las recomendaciones de nuestro Maestro Jesús, no pensar y actuar como un “lobo” sino como una “oveja” con actitud de “paloma” y de “serpiente” para pensar, analizar, discernir, calcular, planificar, diseñar estrategias, sobre todo si sabemos que en ese lugar donde queremos hacer el bien conviven personas que sienten, piensan y actúan como lobos salvajes que solo saben defenderse y atacar para conseguir sus fines. Por eso, la paz se realiza con inteligencia no de manera improvisada e ingenua.


Quedarnos solo en el mundo de las ideas o de las buenas intenciones no sirve para conseguir la paz ahí donde vivimos y convivimos. Es necesario atreverse a “decir” como Dios, porque cuando Dios “dice” se “hace”, se “realiza” lo que pronuncia. De hecho, si ves los relatos de la creación en el libro del Génesis verás que cuando Dios dice “hágase”, se realiza, se hace lo que dice, porque en el lenguaje bíblico, “decir” es lo mismo que “hacer”, “realizar”, “actuar”… (Gn 1, 1ss). Atreverse a “decir la paz”, entonces, es lo mismo que atreverse a actuar para que la paz se realice, para que sea una realidad palpable en los espacios donde convivimos con los demás.

A la hora de “decir la paz” (trabajar, actuar para que la paz se realice) es fundamental saber qué entendemos por “paz”. Y para nosotros que seguimos a Jesucristo, la paz que promovemos y realizamos no es esa paz que el mundo plantea: ausencia de conflictos, de problemas, de dificultades, no. Es esa realidad que busca construir el bienestar y salud integral del ser humano y su entorno y esto, con frecuencia, implica conflictos, adversidades, desencuentros… Por eso debemos volver la mirada al sentido original de lo que llamamos “paz” los cristianos.


La paz cristiana tiene sus raíces en el sentido que tienen las palabras “Shalom” (hebreo) y “Eirene” (griego) que implican la búsqueda de que el ser humano se “sienta bien”, “esté bien”, “haga el bien”, “sea el bien” en el lugar y con las personas con quienes convive. Esto significa trabajar para que todo esto se realice primero en nosotros mismos y luego en las personas con las que convivimos a diario. Trabajar para que los sentimientos negativos hacia uno mismo, hacia los demás, para que los “malestares” personales y colectivos, no tengan poder sobre las personas y las hagan incapaces de hacer el bien y de ser la presencia del bien ahí donde se encuentran, es uno de los primeros pasos para llegar a la paz.

La paz, entonces, desde la perspectiva de Jesús no solamente es importante y valiosa en la convivencia sino necesaria para caminar hacia el bien de todos. Tal vez, por eso San Pablo nos recuerda que el Reino de Dios es Justicia, Paz y Gozo (Rm 14, 17). La paz, entonces, para un discípulo de Jesús no solamente es un “valor” sino elemento constitutivo del Reino de Dios, por lo tanto, es “misión” de todo bautizado.


ENCUENTRO CON LA PALABRA DE DIOS

Nos ponemos de pie. Leer el siguiente texto bíblico:

 

“Al entrar en la casa, salúdenla invocando la paz sobre ella. Si esa casa lo merece, que la paz descienda sobre ella; pero si es indigna, que esa paz vuelva a ustedes. Y si no los reciben ni quieren escuchar sus palabras, al irse de esa casa o de esa ciudad, sacudan hasta el polvo de sus pies (…) Yo los envío como a ovejas en medio de lobos: sean entonces astutos como serpientes y sencillos como palomas.» (Mt 10, 12-16)

SILENCIO Y REFLEXIÓN

Reflexionemos en silencio para que la Palabra de Dios transforme nuestra vida.


Para compartir:

  • ¿Qué te hace pensar el texto que escuchamos a partir de lo que hemos compartido?

  • Mirando tus actitudes, tu manera de pensar y actuar ¿Cómo crees que convives con los demás? ¿Cómo lobo o como oveja? ¿Por qué?

  • Mirando las actitudes, la manera de pensar y de comportamiento de los demás ¿Cómo crees que conviven? ¿Cómo lobos o como ovejas? ¿Por qué?

  • ¿Crees que eres una persona de paz? ¿Por qué?

  • Los cristianos que conoces ¿Crees que son personas de paz? ¿Por qué?

  • Según el comportamiento y el pensamiento de los cristianos que conoces ¿Crees que valoran más la paz o la violencia? ¿Por qué?

ORACIÓN COMUNITARIA

De manera espontánea expresar en voz alta la oración que Dios haga surgir de tu corazón.

 

COMPROMISO

PARA TU PROYECTO VIDA. Revisa con honestidad cómo te sientes contigo mismo o contigo misma, si crees que estás bien física, mental, afectiva y espiritualmente o si crees que tienes que mejorar en algún aspecto. Si crees que es difícil resolverlo personalmente busca ayuda profesional. Al mismo tiempo, revisa si dedicas tiempo a hacer el bien a personas que no son de tu familia o de tu trabajo, detente a mirar con atención cómo te consideran las personas con las que vives y convives cotidianamente ¿Te consideran un bien o un problema para ellas? Luego cuéntale lo que sientes a Dios para que junto con Él puedas comenzar a sentirte bien, estar bien, hacer el bien, ser bien dondequiera que te encuentres. Recuerda que al final de cuentas, el objetivo o meta de todo proyecto de vida personal es esto que llamamos paz (sentirse bien, estar bien, hacer el bien, ser bien).

RECEMOS JUNTOS:

 

Hazme un instrumento de tu paz,

donde haya odio, ponga yo tu amor;

que donde haya injuria, tu perdón,

y donde haya duda, fe en ti.

 

Hazme un instrumento de tu paz,

que lleve tu esperanza por doquier;

tu luz, doquiera haya oscuridad,

tu gozo, donde hay pena y aflicción.

 

Maestro, enséñame a no buscar querer ser consolado, sino consolar;

ser comprendido, sino comprender;

ser amado, sino amar.

 

Hazme un instrumento de tu paz,

es perdonando que nos das perdón;

es cuando damos que nos das tu amor;

Muriendo es que volvemos a nacer.

 

San Francisco de Asís

 
 
 

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