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7. SER PERSONAS FRATERNAS

LA FRATERNIDAD COMO CAMINO DE SALVACIÓN

FRASE PARA ESCRIBIR EN UN LUGAR VISIBLE A TODOS:

“…ustedes no dejen que los llamen maestros; porque Uno es su Maestro y todos ustedes son hermanos. (…) porque Uno es su Padre, el que está en los cielos.” (Mt 23, 8-9)

OBJETIVOS DE LA CONVERSACIÓN:

  • Tomar conciencia de la importancia de la fraternidad como camino de salvación personal, familiar y social

  • Comprender la misión del cristiano como el trabajo, individual y comunitario, de promoción y realización de la fraternidad en todos los ámbitos de convivencia.

REVISIÓN DEL COMPROMISO ANTERIOR:

Comparte cómo te sentiste con el ejercicio de observación, de escucha y de investigación que hiciste sobre la situación problemática que está gritando de diferentes maneras en tu sector, barrio, colonia o ciudad. Comparte qué necesidades identificaste y qué piensas que se debe hacer para resolver o transformar positivamente esa realidad. Comparte también si encontraste o prevés alguna dificultad para que la respuesta o las respuestas a esas necesidades se realicen. ¿Conversaste con Dios sobre eso que descubriste?


UNA EXPERIENCIA:

Francisco y Roberta son hermanos. Con mucha frecuencia pelean y discuten porque Francisco fue educado en un machismo familiar muy fuerte. Roberta, en cambio, participa en un movimiento feminista que promueve la dignidad y los derechos de las mujeres en la sociedad. Sus padres, particularmente su mamá, defiende a Francisco de los insultos que Roberta le hace, porque éste le exige que le sirva la comida, le lave y le planche la ropa, a veces, con intención de molestarla para mostrarle su desacuerdo con la ideología del movimiento feminista.

Roberta discute también con sus papás, pero más con su mamá, ya que siempre está recordándole que debe respetar a su hermano y a su papá porque ellos son la autoridad en la casa. Por eso, dice que su mamá es la que más promueve el machismo en la familia. Lo que más la enoja, es que Francisco, la ve a ella (a Roberta) como una mujer que debe estar en función del hombre, siente que no la ve como su hermana y, por eso la trata mal. Dice que, con frecuencia siente que no lo quiere, más bien lo ve como un adversario o un enemigo en su vida.

 Algunas veces, dice, ha tenido la tentación de golpearlo y de alejarlo totalmente de su vida. Pero lo único que la detiene es la conciencia de que es su hermano y que, sus papás se entristecerían mucho si se hacen daño entre ellos como hermanos. Por eso, tomó la decisión de hablar con Josué, que es amigo de Francisco, para que lo convenciera de participar en unos conversatorios sobre los conflictos que se generan por la cultura machista en la familia, en el trabajo y en la sociedad. Y ahora, dice que  ha visto a su hermano con una actitud diferente con ella y que el ambiente en la convivencia familiar está mejorando mucho. Parece, dice, que Francisco ya la está viendo como su hermana y por eso, el trato ya es diferente.

REFLEXIÓN PARA COMPARTIR:

En el tema anterior dijimos que la “compasión” nos hace semejantes a Dios, porque es esa capacidad que todos tenemos de “sentir que el dolor y el sufrimiento de los demás nos afecta también, nos incomoda y nos duele”, por eso se vuelve el motor que nos pone en movimiento para buscar, junto con los demás, soluciones a esos padecimientos.


Recordamos que, esa capacidad de “conmoverse” ante los padecimientos de los otros es lo que nos hace solidarios, participativos, creativos en la búsqueda del bien. Señalamos también que, cuando alguien “no se compadece”, “no se conmueve” ante lo que sucede con los demás y con el mundo, es señal de que su corazón ya no es de carne sino que se ha endurecido como la piedra, por eso es “insensible” y, esto, es lo que hace a la persona semejante al “ídolo”, pierde su semejanza con Dios y por eso ya no se interesa por el bien común.

Otro elemento valioso en nuestra vida y para el bien común, es decir, para buscar el bien de todos, es la “fraternidad”. Este horizonte de convivencia humana, no solamente es un “valor”, porque es importante y “valioso” para nuestra vida, sino que es LA VOLUNTAD DE DIOS, es lo que Dios quiere de nosotros y en nosotros. Por eso Jesús puso al centro de toda la convivencia humana la visión de Dios como “Papa de todos”, esta es la razón fundamental por la que enseña la oración del PADRE NUESTRO. De hecho, es la única oración que fue enseñada por Él directamente y, por eso, sus discípulos la conservaron en su memoria y en su corazón y la fueron comunicando de generación en generación hasta llegar a nosotros.

Nadie de nosotros ha escogido o elegido a sus hermanos, a sus familiares, a sus parientes. Todos “escogemos” a nuestros amigos por similitudes, por simpatías, por conveniencia… pero a nuestros hermanos no. Ellos nos son dados por nuestros padres y no nos piden nuestra opinión para traerlos a la vida. Por eso, cuando nacemos, ya están algunos en ese espacio que llamamos “familia” y tenemos que ir aprendiendo a convivir desde nuestras diferencias.


Puede ser muy posible que no lleguemos a querernos por diferentes razones, pero el hecho de saber que tenemos a los mismos padres, que la misma sangre corre por nuestras venas, hace que, aunque no simpaticemos y no sintamos ningún tipo de afecto entre nosotros, busquemos, al menos, no hacernos daño y, cuando alguien pase necesidad, nos involucremos en la búsqueda de su bien.

La conciencia de ser “hermanos”, nos recordará siempre que, buscar el bien de todos y no hacernos daño, es lo que alegra a nuestros padres. No hacerlo y, sobre todo, si buscamos el mal del otro, es lo que destroza el corazón de nuestros papás. Y por eso, solo por “temor” a entristecer y lastimar el corazón de nuestros padres buscaremos no lastimarnos, no maltratarnos, no destruirnos mutuamente.


Podemos, tal vez, mirarnos y sentirnos como enemigos o adversarios por las razones que sean, pero el solo hecho de tener presente la voluntad de nuestros padres, lo que desean ver en nosotros y entre nosotros, es lo que hará que nuestras diferencias, nuestros intereses, nuestros despechos y heridas personales, no tengan más poder que la voluntad de nuestros padres que nos coloca en la búsqueda del bien para todos y cada uno y no el mal mutuo que nos destruye.

La visión fraterna de nuestra convivencia social necesariamente pasa por la convicción profunda de que somos HIJOS E HIJAS DE UN MISMO PADRE QUE ES DIOS. Si desaparece esta conciencia en nosotros como individuos y como grupos, entonces las diferencias, los intereses, las heridas… se harán más fuertes y solo quedará la visión del otro como enemigo, como amenaza, como peligro, como competencia… y, entonces sí, la búsqueda de la destrucción del otro para mi bienestar se vuelve el camino a seguir. Defenderme de los demás, atacar a los demás, se volverá una especie de “derecho” que sentiré tener para que no me hagan daño.

Para concluir el tema, podríamos decir entonces, que para no hacernos mal unos a otros, es fundamental mantener viva la conciencia de que DIOS ES PAPÁ DE TODOS y que lo que más quiere, lo que más anhela, es decir, SU VOLUNTAD MÁS PROFUNDA, es que nosotros, sus hijos, aunque no nos amemos, al menos no nos hagamos daño, no nos lastimemos, no busquemos destruirnos mutuamente. Eso bastará para que Dios nos mire con cariño y no con preocupación.

Si la conciencia de que Dios es Nuestro Padre desaparece o se debilita, seguramente pasará como sucede en muchas familias cuando los padres mueren: se dispersan, se olvidan y las peleas cobran fuerza reviviendo a Caín y Abel (Gn 4, 1ss).

ENCUENTRO CON LA PALABRA DE DIOS

Nos ponemos de pie. Leer el siguiente texto bíblico:

 

“Un día estaba Jesús orando en cierto lugar. Al terminar su oración, uno de sus discípulos le dijo: «Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos.» Les dijo: «Cuando recen, digan: Padre, santificado sea tu Nombre, venga tu Reino. Danos cada día el pan que nos corresponde. Perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe. Y no nos dejes caer en la tentación.» (Lc 11, 1-4)

 

SILENCIO Y REFLEXIÓN

Reflexionemos en silencio para que la Palabra de Dios transforme nuestra vida.

PARA COMPARTIR:

  • ¿Qué te hace pensar el texto que escuchamos a partir de lo que hemos compartido?

  • Honestamente ¿Como ves a los demás? ¿Como tus hermanos? ¿Como extraños? ¿Como adversarios? ¿Como peligro? ¿Como competencia?

  • ¿Le crees a Dios cuando te dice que el otro es tu hermano? ¿Por qué?

  • ¿Le crees a la sociedad cuando te dice que el otro es un adversario con el que hay que competir? ¿Por qué?

  • ¿En tu convivencia promueves la fraternidad o la rivalidad?

  • ¿Crees en la fraternidad social? ¿Por qué?

 

PETICIONES EN AMBIENTE DE ORACIÓN

De manera espontánea expresar en voz alta la oración que Dios haga surgir de tu corazón.

COMPROMISO

Asume como misión la promoción de una convivencia fraterna en tu familia, en tu trabajo, en el grupo de la parroquia o movimiento, en la organización en la que participas, con tus vecinos, en fin, donde creas que lo puedes hacer.


Para esto, primero comienza por observar el lenguaje, las actitudes, los comportamientos… de las personas con las que convives y deduce cuál es la visión que tienen del otro. Identifica si se ven como hermanos o si se consideran extraños, adversarios o competencia. Anota las consecuencias que esto tiene en su convivencia cotidiana. Luego, identifica qué posibilidades hay de promover la fraternidad en esa convivencia.


Ciertamente el camino inicia revisando la visión que tienes de los demás, si no los ves como tus hermanos, entonces, hay que comenzar por hacer el esfuerzo de mirarlos como parte de tu familia. 

 

RECEMOS JUNTOS:

 

"Padre nuestro que estás en el cielo,

santificado sea tu nombre;

venga a nosotros tu reino;

hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día;

perdona nuestras ofensas

como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;

no nos dejes caer en la tentación,

y líbranos del mal.

 Amén."


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