10. Ser personas que contagian alegría
- Joel Cruz Reyes
- hace 1 día
- 7 Min. de lectura
Buscar siempre razones para sonreír...

FRASE PARA ESCRIBIR EN UN LUGAR VISIBLE A TODOS:
“Les tocamos la flauta y ustedes no han bailado.” (Mt 11, 17)
FINALIDAD DE LA REUNIÓN:
Recordar que, si soy una persona evangelizada, el Evangelio es Buena Noticia y, por lo mismo, debe suscitar alegría en las personas.
Reconocer que, con frecuencia, nos enfocamos en la negatividad de la existencia y de la convivencia.
REVISIÓN DEL COMPROMISO ANTERIOR:
Comparte cómo te sentiste al incluir la misericordia, la generosidad y la gracia con las personas con las que vives y convives. ¿Pudiste ir más allá de las acciones de las personas? ¿Aceptaste que Dios es así misericordioso, generoso y libre para hacer el bien a las personas a pesar de sus acciones? ¿Te diste la libertad de ser como Él con las personas con las que te relacionas? ¿Promoviste esta manera de relacionarse, de convivir y de hacer el bien?
UNA EXPERIENCIA:

Alicia dice que no participa en su parroquia desde hace ya varios años. La razón es que ha tenido malas experiencias con las personas que colaboran en la iglesia de su sector. Dice que el párroco es un impaciente y enojón, mientras que la gente que lo rodea y colabora con él son personas criticonas y amargadas. Siempre están señalando lo negativo, para ellas todo está mal y, en lugar de animar a la gente a participar y asistir, solo las desaniman, las decepcionan y las alejan.
Ella pensaba y creía que las personas de iglesia o religiosas, como las conocía, eran mejores que sus vecinos, que sus compañeros de trabajo o que la gente conflictiva y peleonera que conocía. Pero su decepción se dio cuando acudió por primera vez a solicitar una misa a la parroquia y la secretaria la recibió con una actitud de frialdad y molestia que la hizo sentir mal. Luego, al conversar con otras personas que iban a solicitar servicios religiosos a la parroquia, le contaban también sus experiencias negativas que habían tenido con las personas que colaboran en la Iglesia.
La conclusión a la que llegó, a partir de su experiencia y de muchas personas que se acercaron a la Iglesia y ya no volvieron más, es que la gente que colabora en los asuntos religiosos, las personas religiosas, en la mayoría de los casos, solo transmiten negatividad, amargura, tristeza…, que sus actitudes y su manera de ver a las personas reflejan el desprecio y discriminación. Que no son personas que reflejen la bondad y la alegría en su existencia.

REFLEXIONEMOS JUNTOS:
En el tema anterior dijimos que la Justicia era un elemento esencial del Reino de Dios, al menos eso nos dice San Pablo (Rm 14, 17). Que si todas las personas, al menos quienes dicen que son cristianas, lo creyeran y lo vivieran ahí donde se encuentran, las injusticias disminuirían. Pero decíamos que la realidad nos dice lo contrario porque en una sociedad donde la mayoría se confiesa cristiana, la injusticia abunda y es el pan de cada día. Lo triste, dijimos, es que los cristianos no solo aceptan la injusticia como “normal” sino que la asumen como estilo de vida, de convivencia y de conseguir sus metas.
Las injusticias enojan, entristecen, duelen, hacen llorar… y en una sociedad donde las injusticias abundan la convivencia se oscurece, se ensombrece por la rabia, la frustración, la desilusión, la desconfianza, la inseguridad, la negatividad en todas sus expresiones. Si a esto le sumamos que la mayoría de las personas fuimos cultivados en la negatividad de la existencia y convivencia, es decir, nos enseñaron a mirar lo negativo, lo que no está bien en nosotros y en los demás, no podemos esperar una convivencia basada en la tolerancia, en la aceptación de las diferencias, en la paz y el amor, más bien, la violencia tendrá las puertas abiertas en todos los espacios y lugares donde nos encontramos.

Estamos en un mundo y una sociedad donde las personas necesitan encontrar razones para alegrarse, para sonreír, porque para entristecerse y llorar ya tienen muchas. ¿Quiénes deberían alegrar al mundo? ¿Quiénes deberían tener más razones para alegrarse y alegrar a las personas en la sociedad? Ciertamente las personas que se dicen “evangelizadas”. Porque si recuerdas, “Evangelio”, significa “Buena Noticia” y, como toda buena noticia lo primero que provoca es alegría, gozo, júbilo, ánimo.
Como recordarás, la primera exhortación del Papa Francisco para todos los cristianos fue la “Evangelii Gaudium”, que en español se traduce como “La alegría del Evangelio”. Porque, él señalaba en otras palabras, que la actitud, el pensamiento y la tradición religiosa de muchos seguidores de Jesucristo, por no decir de la mayoría, como que “amargan, entristecen y hacen que el Evangelio sea percibido como un camino de sufrimiento y de castigo para “salvarse” del castigo de Dios. Que el modo de creer y vivir la fe de muchos cristianos dibuja a un dios sádico que se satisface con el sufrimiento, el dolor, el sacrificio de las personas. Que muchos católicos opacan la “alegría del Evangelio” con su amargura y negatividad.

Señalamos esta actitud y manera de vivir la fe en Jesucristo de muchos bautizados, porque a muchos se les olvida que la “alegría y el gozo” son una dimensión esencial del Reino de Dios (Rm 14, 17). Es decir, Dios nos recuerda la importancia y el “valor” de la alegría en nuestra existencia como camino de salvación para uno mismo y para muchos con quienes convivimos. ¿Quién no ha visto o experimentado que con una sonrisa se salva una situación conflictiva? ¿Quién no ha devuelto el ánimo, la esperanza y la confianza que la realidad será mejor porque ayuda a ver las posibilidades, las oportunidades y lo bueno que hay en una situación adversa?
Aprender a vivir desde la positividad de las realidades puede salvarnos de las amarguras, las tristezas, las frustraciones… porque encontraremos razones para sonreír, para animarnos y para no detener nuestro camino, aunque haya muchos aspectos negativos que, si los miramos y les damos poder en nuestra vida, pueden hundirnos en el desánimo, la desesperanza y quizá hasta nos quiten las ganas de vivir.

Valorar la alegría como camino de salvación personal y social, nos hará semejantes a nuestro Maestro Jesús que es capaz de “caminar sobre el mar”, porque no olvidemos que el “mar” en la simbología bíblica está muy ligado a la muerte, a todo aquello que destruye y no permite la vida. Y Jesús nos dice que, aún en medio de un mar de situaciones adversas y de muerte, se puede caminar, avanzar, se puede vivir… (Mt 14, 22-33)
Ya en el mundo hay muchas personas oscuras, grises, que le quitan luz a la existencia de muchos, a veces con su sola presencia. Y eso no es lo más trágico sino lo peor es que son bautizados que se dicen seguidores de Jesús que es la luz del mundo. Personas que se dicen “evangelizadas” o “evangelizadoras”, es decir, “llenas de Evangelio”, sin embargo, sus actitudes, sus acciones, su manera de ver a los demás y las realidades en las que viven, reflejan más la amargura, la tristeza, la negatividad de quienes no conocen a Cristo y su Evangelio.

Rescatar la alegría como esencia del Reino de Dios, como “valor” cristiano y humano para salvarse y salvar al mundo, es urgente en un mundo abrazado por la oscuridad de la negatividad existencial de muchos. Ayudar a las personas a mirar las luces en una sociedad ensombrecida por el pesimismo, la resignación y la violencia es la misión que Dios nos da a todos los bautizados. No ayudar a los demás a mirar más las razones para sonreír, para alegrarse, para tener esperanza y no perder el ánimo en el camino sería un “pecado” porque sería dejar que el mundo se encamine hacia la muerte y, no olvidemos, que nuestro Dios es un Dios de vivos, no de muertos (Mt 22,32).
LEAMOS EL SIGUIENTE TEXTO BÍBLICO:
Nos ponemos de pie.
"Jesús volvió a Galilea con el poder del Espíritu, y su fama corrió por toda aquella región. Enseñaba en las sinagogas de los judíos y todos lo alababan. Llegó a Nazaret, donde se había criado, y el sábado fue a la sinagoga, como era su costumbre. Se puso de pie para hacer la lectura, y le pasaron el libro del profeta Isaías. Jesús desenrolló el libro y encontró el pasaje donde estaba escrito: El Espíritu del Señor está sobre mí. Él me ha ungido para llevar buenas nuevas a los pobres, para anunciar la libertad a los cautivos, y a los ciegos que pronto van a ver, para despedir libres a los oprimidos y proclamar el año de gracia del Señor. Jesús entonces enrolló el libro, lo devolvió al ayudante y se sentó, mientras todos los presentes tenían los ojos fijos en él. Y empezó a decirles: «Hoy les llegan noticias de cómo se cumplen estas palabras proféticas.» Todos lo aprobaban y se quedaban maravillados, mientras esta proclamación de la gracia de Dios salía de sus labios”. (Lc 4, 14-22)

MOMENTO DE SILENCIO:
Reflexionemos en silencio para que la Palabra de Dios transforme nuestra vida.
PARA COMPARTIR:
¿Qué te hace pensar el texto que escuchamos a partir de lo que hemos compartido?
¿Tu manera de pensar, tus actitudes y tu manera de convivir contagia alegría?
¿En qué te enfocas en tu persona, en los demás y las situaciones que vives? ¿En lo positivo o en lo negativo? ¿Por qué? ¿Qué logras con eso?
¿Crees que tu presencia entre las personas con las que vives y convives anima o desanima?
¿Amargas la vida a otros? ¿Por qué?
¿Consideras que tu vida y tu persona son “Evangelio” para los que te ven y conviven contigo? ¿Por qué?
¿Te consideras una persona que vive desde la alegría o desde tus heridas?
ORACIÓN COMUNITARIA
De manera espontánea expresar en voz alta la oración que Dios haga surgir de tu corazón.
COMPROMISO
Toma una hoja y divídela en dos columnas. De un lado escribe en forma de lista las razones que tienes para entristecerte, para amargarte la vida, para llorar, para sufrir; en el otro lado escribe las razones que tienes para sonreír, para alegrarte, para animarte, para tener esperanza. Luego busca un lugar solitario para presentar tu lista a Dios y conversa con Él sobre tus listas. Hazte el propósito de vivir tus días desde esas razones que tienes para sonreír, para animarte y tener esperanza, aunque sean pocas. Finalmente ayuda a otras personas a hacer lo mismo.

RECEMOS JUNTOS:
MAGNIFICAT
Glorifica mi alma al Señor.
Y mi Espíritu se llena de gozo
al contemplar la bondad de Dios mi Salvador.
Porque ha puesto la mirada en la humilde sierva suya
y desde ahora me llamarán dichosa
y feliz todas las generaciones.
Pues ha hecho en mi favor cosas grandes y maravillosas
el que es Todopoderoso y su nombre es infinitamente Santo.
Cuya Misericordia se extiende de generación en generación a todos cuantos le temen.
Extendió el brazo de su poder
y disipó el orgullo de los soberbios, trastornando sus designios.
Desposeyó a los poderosos y elevó a los humildes.
A los necesitados llenó de bienes y a los ricos los dejó sin cosa alguna.
Exaltó a Israel, su siervo,
acordándose de él por su gran Misericordia y bondad.
Así como lo había prometido a nuestros padres, Abraham y toda su descendencia,
por los siglos de los siglos.
Amén
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