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Foto del escritorJoel Cruz Reyes

DIGNIDAD HUMANA 8

“El trabajo nos hace semejantes a Dios”

FRASE PARA ESCRIBIR EN UN LUGAR VISIBLE A TODOS:


“…Jesús les respondió: «Mi Padre sigue trabajando, y yo también trabajo.»” (Jn 5, 17)

OBJETIVOS:

  • Mirar el trabajo personal como camino de salvación personal y de los demás.

  • Reconocer que no querer trabajar o no tener trabajo nos deshumaniza.


REVISIÓN DEL COMPROMISO:


Comparte lo que descubriste y reflexionaste al leer la encíclica Pacem in Terris del Papa Juan XXIII y la Carta de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas. ¿Conocías estos documentos? ¿Qué deberes y derechos ya estás viviendo y cuáles no? ¿Qué estás haciendo para vivirlos y fortalecerlos en tu persona y en quienes viven contigo?


VEAMOS LA SIGUIENTE EXPERIENCIA:


Lucha está preocupada por el comportamiento de su esposo porque dice que, desde que lo despidieron de su trabajo hace seis meses, no ha querido buscar otro empleo. Que ella ahora asume todos los gastos de la casa y de sus hijos.


Martín, su esposo, solo se pasa viendo la televisión y, últimamente comenzó a invitar a sus amigos a la casa para jugar y emborracharse. Esto se está volviendo ya de cada fin de semana y la convivencia se hace cada vez más insoportable.


Ella le sugiere que busque un empleo porque lo que gana en su trabajo no alcanza para todo. Pero él le propuso que se trajeran a vivir con ellos a su suegra (mamá de Martín) porque él dice que, como es de la tercera edad, ya recibe el apoyo del gobierno y que ese dinero lo podía compartir con ellos. Luego, también le sugirió que solicitara el apoyo escolar para sus dos hijos que no estudian pero tienen edad escolar. Él dice que si consiguen esos apoyos ya no hay necesidad de trabajar.


La preocupación de Lucha, además de que el dinero no alcanza, es que su esposo se está acostumbrando a no trabajar, se está volviendo irresponsable, mañoso y vicioso. Que le está gustando vivir y divertirse sin trabajar, sin esforzarse y ahora comienza a ver la manera de aprovecharse de sus parientes, de su mamá y hasta de sus hijos que no estudian. Dice que ya no reconoce a su esposo y se está cansando y desilusionando de él.


IDEAS PARA COMPARTIR:


En el tema anterior dijimos que, si queremos recuperar nuestra humanidad, necesitamos ejercer nuestro derecho y deber de ser “personas”. Esto significa no resignarse, acostumbrarse o aceptar ser tratados o tratar a los demás como cosas, como objetos o como un simple ser vivo irracional sin sentimientos. Esto implica desarrollar la inteligencia y la voluntad libre, es decir, la capacidad de distinguir el bien del mal y buscar la verdad, ser capaces de decidir con libertad y asumir el rol que nos corresponde en la sociedad.


Si puedes, consigue las encíclicas «Laborem exercens», «Sollicitudo rei socialis» y «Centesimus annus», documentos en los que el Papa Juan Pablo II nos dice que el trabajo, a pesar de ser una realidad acompañada de fatigas, sufrimientos, daños, e injusticias, es la expresión más elocuente de la dignidad humana. Que mediante el trabajo, la persona se humaniza, humaniza a los demás y su contexto, se salva y salva a otros. Se hace “semejante a Dios” porque le permite vivir y expresar su capacidad creadora y de servicio. Que con el trabajo, el ser humano alaba a su Creador.


Un ser humano que no trabaja o que no tiene trabajo, desde esta perspectiva, no alaba a Dios ni sirve a sus hermanos, pierde su vocación de creador, se deshumaniza. Esta convicción, entonces, debe llevarnos a considerar el desempleo como una injusticia y una profanación del Nombre de Dios, porque es bloquear la posibilidad al ser humano de ser “imagen y semejanza de su creador”. Es un mal que puede convertirse en una calamidad social, puede convertirse en “pecado social”.



Si buscas las cartas a los Tesalonicenses en el Nuevo Testamento (1Tes 2, 9-10; 4, 9-12; 2 Tes 2, 6-15), encontrarás que San Pablo hace notar a los cristianos que él trabaja y les insiste que trabajen, para que sean de verdad una presencia digna de hijos de Dios en la sociedad en la que se encuentran. Porque muchos de ellos seguían pensando como los “paganos” que consideraban que el trabajo era un sistema de explotación para acumular riquezas, una actividad impuesta a los débiles, ignorantes y rechazados, una actividad sólo para “esclavos”. Pensaban que una persona “digna” no debería trabajar, más bien debería hacer que otros trabajen para su comodidad, pues el trabajo era un “castigo”, una especie de “necesidad sufrida”, un “peso” que había que cargar.

No debemos olvidar que somos seguidores de un “carpintero”, Él que es la Palabra de Dios hecha carne, nos dice con su vida que el trabajo es « evangelio » (Buena Noticia). La elocuencia de la vida de Cristo, nos dice que Él mira con amor el trabajo en sus diversas manifestaciones, viendo en cada una de ellas un aspecto particular de la semejanza con Dios, Creador y Padre. De hecho, si leemos con atención las parábolas con las que Jesús explica el Reino de Dios, nos daremos cuenta que hacen referencia constante al trabajo humano.



El trabajo humano es siempre una acción personal, es decir, una acción en el que participa la persona completa: su cuerpo y su espíritu. Independientemente del hecho de que sea un trabajo manual o intelectual (Laborem Exercens n. 24) hace falta el esfuerzo interior del espíritu humano, guiado por la fe, la esperanza y la caridad, con el fin de dar al trabajo el significado que tiene ante los ojos de Dios: camino de acercamiento a la semejanza con Dios y de salvación de uno mismo y de los demás.


Para el ser humano que sigue a Jesucristo, el trabajo no es solamente una “cuestión social”, es más bien una “cuestión de fe”. Un credo profundo que nos dice que fuimos creados a imagen y semejanza de Dios que crea “trabajando” (Gn 1-2), que trabajando transforma la oscuridad, el caos, la confusión, la ausencia de posibilidades de vida, en realidades capaces de generar vida en abundancia.



Nosotros creemos que el ser humano es creado por Dios que trabaja seis días y descansa el séptimo. Le creemos a Jesús que nos dice que somos hijos del Dios que trabaja para sostener al mundo. Por eso decimos que el trabajo nos hace semejantes a Dios trabajador. Esta es la Buena Noticia, por eso, el trabajo para un cristiano es evangelio para el mundo, para la humanidad. Creemos profundamente que el ser humano, trabajando y descansando imita a Dios, sólo así se parece a Dios; trabajo y descanso son como los dos pies en los que se mueve la dignidad humana.

ENCUENTRO CON LA PALABRA DE DIOS


Nos ponemos de pie. Leer el siguiente texto bíblico:


“Él les contestó: «El que me sanó me dijo: Toma tu camilla y anda.» Le preguntaron: « ¿Quién es ese hombre que te ha dicho: Toma tu camilla y anda?» Pero el enfermo no sabía quién era el que lo había sanado, pues Jesús había desaparecido entre la multitud reunida en aquel lugar. Más tarde Jesús se encontró con él en el Templo y le dijo: «Ahora estás sano, pero no vuelvas a pecar, no sea que te suceda algo peor.» El hombre se fue a decir a los judíos que era Jesús el que lo había curado. Por eso los judíos perseguían a Jesús, porque hacía tales curaciones en día sábado. Pero Jesús les respondió: «Mi Padre sigue trabajando, y yo también trabajo.» Y los judíos tenían más ganas todavía de matarle, porque además de quebrantar la ley del sábado, se hacía a sí mismo igual a Dios, al llamarlo su propio Padre. Jesús les dirigió la palabra: «En verdad les digo: El Hijo no puede hacer nada por su cuenta, sino sólo lo que ve hacer al Padre. Todo lo que haga éste, lo hace también el Hijo...” (Jn 5, 1-19)



SILENCIO Y REFLEXIÓN

Reflexionemos en silencio para que la Palabra de Dios transforme nuestra vida.


CONFRONTAR NUESTRA REALIDAD PERSONAL CON LA PALABRA DE DIOS


Para compartir:

  • ¿Qué te hace pensar el texto que escuchamos a partir de lo que hemos compartido?

  • ¿Cómo ves tu trabajo? ¿Lo ves como una carga pesada o como medio de salvación personal y de otras personas? ¿Por qué?

  • ¿Conoces personas que no quieren o no les gusta trabajar? ¿Por qué?

  • ¿Conoces personas desempleadas? ¿Por qué no encuentran trabajo?

  • ¿Qué consecuencias ves en las personas que no tienen trabajo o no quieren trabajar?

ORACIÓN COMUNITARIA

De manera espontánea expresar en voz alta la oración que Dios haga surgir de su corazón.


COMPROMISO

Revisa tu visión personal sobre el trabajo a partir de lo que hemos compartido en el tema. Pregúntate si tu manera de considerar el trabajo que realizas está en sintonía con la visión de la Iglesia. Si consideras necesario modificar tu pensamiento sobre el trabajo humano, consigue la encíclica Laborem exercens del Papa Juan Pablo II, léela y medítala de manera personal y luego, si es posible, habla de esto con tu familia, compañeros de trabajo o tu grupo.


ORACIÓN Y DESPEDIDA:


Alfarero del hombre, mano trabajadora

que, de los hondos limos iniciales,

convocas a los pájaros a la primera aurora,

al pasto, los primeros animales.


De mañana te busco, hecho de luz concreta,

de espacio puro y tierra amanecida.

De mañana te encuentro, Vigor, Origen, Meta

de los sonoros ríos de la vida.


El árbol toma cuerpo, y el agua melodía;

tus manos son recientes en la rosa;

se espesa la abundancia del mundo a mediodía,

y estás de corazón en cada cosa.


No hay brisa, si no alientas, monte, si no estás dentro,

ni soledad en que no te hagas fuerte.

Todo es presencia y gracia. Vivir es este encuentro:

tú, por la luz, el hombre, por la muerte.


¡Que se acabe el pecado! ¡Mira, que es desdecirte

dejar tanta hermosura en tanta guerra!

Que el hombre no te obligue, Señor, a arrepentirte

de haberle dado un día las llaves de la tierra.


(Himno de Laudes-Liturgia de las horas)

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