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DIGNIDAD HUMANA 6

LA HUMANIDAD DEL CRISTIANO


FRASE PARA ESCRIBIR EN UN LUGAR VISIBLE A TODOS:


“… Dios tomó al ser humano y lo puso en el jardín del Edén para que lo cultivara y lo cuidara.” (Gn 2, 15)

OBJETIVOS DE LA CONVERSACIÓN:

  • Identificar los principios básicos del humanismo cristiano.

  • Revisar si miramos al ser humano desde los principios de la Iglesia.

REVISIÓN DEL COMPROMISO:

Comparte qué descubriste y qué cambios personales sientes que debes hacer al revisar tu manera de ser y de convivir desde las Bienaventuranzas. ¿Sientes que eres el ser humano que Dios quiere que seas?



UNA EXPERIENCIA:

Josefina trabaja en iniciativas de promoción de la dignidad de la mujer en las comunidades indígenas de la mixteca en las montañas del estado de Oaxaca. Una de las iniciativas que tiene desde hace más de 7 años, es la de ayudar a las mujeres a organizarse en cooperativas para impulsar la productividad de la mujer, la promoción de sus artesanías y el fortalecimiento del trabajo comunitario. Esto, dice, les ayuda a descubrir y experimentar su capacidad creativa, la fuerza y el poder de la organización en la dignificación personal y comunitaria.


Desde que comenzaron a recibir los apoyos del gobierno, sobre todo las mujeres mayores y las jóvenes en edad escolar, dejaron de participar en los proyectos, han dejado de elaborar sus artesanías, porque dicen que ya con eso les alcanza para comer. Las jóvenes en cambio, dicen que ya no es necesario esforzarse por estudiar para recibir una beca porque las nuevas normas educativas les permiten avanzar aún sin aprender, porque tienen prohibido reprobar al estudiante.


Josefina está frustrada y desanimada porque dice que el trabajo organizativo de la mujer en esas zonas donde la dignidad de la mujer está por los suelos, que estaba avanzando, ahora se está derrumbando con mucha rapidez porque esta manera gubernamental de intervenir en la vida de la gente, está destruyendo lo más humano de las personas: su creatividad, su responsabilidad, su solidaridad, su participación… y solo les está dejando la dependencia y el conformismo como manera de vivir.



IDEAS PARA COMPARTIR:

En el tema anterior dijimos que, para ser verdaderamente humanos, así como Dios quiere, es necesario “retratar” en nuestra persona a ese ser humano que nos dibuja Jesucristo en las Bienaventuranzas (Mt 5, 1-12). Que mantener la mirada fija en Jesús es la única manera de garantizar que nuestro “humanismo” sea verdaderamente cristiano, porque Él es el rostro de humanidad divina que Dios quiere ver en nosotros.


La Iglesia, nos dice que las problemáticas sociales que vivimos no solo se deben a las estructuras económicas, políticas o culturales en las que nos encontramos, sino que se deben sobre todo a la distorsión de la humanidad en las personas y, esta distorsión, las hace causa y víctima de la perversión de la sociedad en la que se encuentran (Gaudium et Spes n. 25).



La perversión social genera ideologías que degradan la humanidad y nos sumerge en una indigencia material, espiritual y moral. Nos hace vivir desde visiones antropológicas (modos de mirar al ser humano) que no nos permiten ser imagen y semejanza de Dios: personas fraternas y responsables, es decir, no nos ayudan a ser capaces de generar nuestras propias respuestas (responsabilidad) y mucho menos a sentirnos hermanos y hermanas en las situaciones problemáticas que vivimos.


Nuestro humanismo cristiano, es decir, nuestra manera de ver al ser humano desde Cristo, tiene principios de fe que no son “opcionales” para quien se dice seguidor o seguidora de Jesús. El primero es que, somos “persona humana” en la medida en que nos “asemejamos a Dios” en su manera de ser, pensar, sentir, actuar… Ser “imagen y semejanza de Dios, es la raíz de nuestra dignidad humana: trabajar para vivir una vida semejante a la de Dios y no a la de los animales o las cosas es la tarea principal, la misión que recibimos de nuestro Creador (Mater et Magistra n. 219).



La conciencia de esta dignidad nos viene del creer que somos “hijos e hijas de Dios” y, por eso, algo de parecido debemos tener con nuestro Papá ahí donde vivimos y convivimos. Esto necesariamente debe reflejarse en el estilo fraterno de convivir con los demás y buscar juntos el bien común, porque la fraternidad no nos permite mirar al otro como contrincante, adversario, amenaza o peligro, sino como parte de nuestra familia de cuyo bien nos sentimos también responsables.


Mirar al ser humano como “hermano” hace que otro principio básico de nuestro humanismo cristiano sea la solidaridad como modo natural de buscar el bien común. Ella nos hace experimentar la belleza y la bondad de la “interdependencia”, del trabajar juntos, de elaborar con los demás las respuestas que se requieren en las situaciones que vivimos. Nos hace comprender que la persona no es solamente “individuo” sino también es “comunidad”, que no es bueno solo mirar los intereses individuales, como tampoco hacer como si el individuo no existiera. Esto nos conduce a la colaboración, a la participación de todos: individuos, grupos, instituciones… en la búsqueda del bien común.



La convicción de que todo ser humano es mi hermano y que es la imagen viva de Dios me hace mirarlo no como “indigente” o “incapaz” sino como generosidad, responsabilidad, creatividad, capaz de colaborar y de darse a los demás. Por eso no lo sustituyo en lo que debe y puede hacer. Este es el tercer principio básico de nuestro humanismo: la subsidiariedad (Quadragesimo Anno n. 79) que nos hace conscientes de que todo ser humano puede actuar por sí mismo y, por lo mismo, nos hace defender su libertad, su autonomía, su responsabilidad…



El verdadero humanista, sobre todo el humanista cristiano, sabe que debe favorecer y crear las condiciones para que todo ser humano haga su parte que le corresponde ahí donde se encuentra. Por eso, el cuarto principio de nuestro humanismo es la participación en la construcción del bien común. Este principio, al final de cuentas, es la expresión natural de la solidaridad y la subsidiariedad que se sostienen en la libertad, la responsabilidad, la complementariedad y la reciprocidad.



Para el humanista cristiano, que todo ser humano sea tomado en cuenta en su diferencia, para participar de manera individual o comunitaria en la búsqueda del bien común, es fundamental. Por eso, San Juan Pablo II, en su mensaje de la Jornada Mundial de la Paz en 1985 decía:

"Es esencial que todo ser humano tenga un sentido de participación, de tomar parte en las decisiones y en los esfuerzos que forjan el destino del mundo. En el pasado la violencia y la injusticia han arraigado frecuentemente el sentimiento que la gente tiene de estar privada del derecho a forjar sus propias vidas. No se podrán evitar nuevas violencias e injusticias allí donde se niegue el derecho básico a participar en las decisiones de la sociedad." (n. 9)

ENCUENTRO CON LA PALABRA DE DIOS


Nos ponemos de pie. Leer el siguiente texto bíblico:


“(…) Entonces Yahvé Dios formó al hombre con polvo de la tierra; luego sopló en sus narices un aliento de vida, y existió el hombre con aliento y vida. Yahvé Dios plantó un jardín en un lugar del Oriente llamado Edén, y colocó allí al hombre que había formado (…). Yahvé Dios tomó al hombre y lo puso en el jardín del Edén para que lo cultivara y lo cuidara (…). Dijo Yahvé Dios: «No es bueno que el hombre esté solo. Le daré, pues, un ser semejante a él para que lo ayude.» Entonces Yahvé Dios formó de la tierra a todos los animales del campo y todas las aves del cielo, y los llevó ante el hombre para que les pusiera nombre. Y el nombre de todo ser viviente había de ser el que el hombre le había dado. El hombre puso nombre a todos los animales, a las aves del cielo y a las fieras salvajes. Pero no se encontró a ninguno que fuera a su altura y lo ayudara. Entonces Yahvé hizo caer en un profundo sueño al hombre y éste se durmió. Le sacó una de sus costillas y rellenó el hueco con carne. De la costilla que Yahvé había sacado al hombre, formó una mujer y la llevó ante el hombre. Entonces el hombre exclamó: «Esta sí es hueso de mis huesos y carne de mi carne.»" (Gn 2, 8-23)


PARA COMPARTIR:

  • ¿Qué te hace pensar el texto que escuchamos a partir de lo que hemos compartido?

  • ¿Por qué crees que Dios no considera bueno que el ser humano esté solo?

  • ¿Por qué crees que el animal no está a la altura del ser humano?

  • ¿Habrá personas que existen al nivel de los animales? ¿Por qué?

  • ¿Crees que la solidaridad, la subsidiariedad y la participación exigen una visión igualitaria de la dignidad humana en nuestros semejantes? ¿Por qué?

  • ¿Qué significa para ti existir con el aliento de Dios en la cotidianidad?

ORACIÓN COMUNITARIA

De manera espontánea expresar en voz alta la oración que Dios haga surgir de tu corazón.


COMPROMISO

Busca formas de ser una persona solidaria ahí donde vives y convives. También hazte el propósito de no ser demasiado dependiente de los demás e intenta elaborar tus propias soluciones o respuestas a las situaciones que vives. Luego investiga qué iniciativas comunitarias hay en tu sector y participa en la medida de lo posible.


ORACIÓN Y DESPEDIDA:


Cristo te necesita para amar, para amar,

Cristo te necesita para amar.

[bis todo]


NO TE IMPORTEN LAS RAZAS NI EL COLOR DE LA PIEL,

AMA A TODOS COMO HERMANOS Y HAZ EL BIEN.

[bis todo]


Al que sufre y al triste dale amor,

dale amor, al humilde y al pobre, dale amor.

[bis todo]


Al que vive a tu lado dale amor, dale amor,

al que viene de lejos dale amor.

[bis todo]


Al que habla otra lengua dale amor, dale amor,

al que piensa distinto dale amor.

[bis todo]


Al amigo de siempre dale amor, dale amor,

al que no te saluda, dale amor.

[bis todo]


Cesareo Gabaraín

Si puedes conseguir el canto y escucharlo o cantarlo juntos sería mucho mejor.

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