“Retratar la humanidad de Cristo”
FRASE PARA ESCRIBIR EN UN LUGAR VISIBLE A TODOS:
“… El que me ha visto a mí, ha visto al Padre.” (Jn 14, 9)
OBJETIVOS:
Reconocer la importancia de vivir nuestra humanidad como personas cristianas.
Reconocer a Cristo como fuente de la humanidad que Dios quiere en nuestra persona.
REVISIÓN DEL COMPROMISO:
Comparte cómo te sentiste al hacer la lista de personas con las que convives y que influyen en tu vida; también las ideas que, según tú, se difunden en los medios de comunicación, entre los vecinos, en el trabajo y en los grupos en los que participas ¿Esa visión y esas ideas están en sintonía con la visión de Dios? ¿Por qué?
ESCUCHEMOS UNA EXPERIENCIA:
Martín, hijo de Anita, hace unos meses comenzó a recibir el apoyo escolar que el gobierno está dando a algunos estudiantes. Su mamá dice que no es mucho pero que le cae bien en las circunstancias económicas en la que se encuentran. En la escuela, dice, su maestro, antes de iniciar la clase, les hace ver las conferencias de prensa que da el Presidente. Luego les dice que deben ser agradecidos con el gobierno y apoyarlo para seguir recibiendo sus ayudas escolares.
Desde hace unos días, dice Anita, Martín ha dejado de convivir con algunos amigos suyos que eran muy cercanos, estaba con ellos casi siempre y andaban juntos para todas partes. Y ahora, dice, cuando lo buscan le pide que les diga que no está o está ocupado y no puede recibirlos o salir con ellos. Ella, preocupada le preguntó por qué ese cambio tan repentino con sus amigos y, él, con un cierto aire de tristeza, le dijo que ya no son sus amigos sino que son sus “adversarios”, que prefiere no verlos para no ofenderlos o agredirlos.
La preocupación de Anita es que, si sigue así, se va a quedar solo pero, sobre todo se hará antisocial y amargado, porque ni con ella quiere platicar. Y cuando le pregunta por qué piensa que ya no son sus amigos, él le dice que, en los videos de las conferencias que da el Presidente, se dice que quien no piensa igual que nosotros es “adversario”. Y su profesor le dice que si sus amigos no piensan como él y como los que apoyan al gobierno, entonces son personas con las que hay que pelear o romper relaciones con ellas. Y él, dice, no quiere lastimar a quienes antes eran sus amigos.
IDEAS PARA COMPARTIR
En el tema anterior dijimos que, cuando no vemos a la otra persona como nuestra hermana, la sentimos como adversaria, como peligro o competencia, una amenaza para nuestro bienestar o nuestros intereses. Por eso buscamos formas de limitarla, quitarla de nuestro camino, destruirla o desaparecerla de nuestra vida. Asumimos una actitud de defensa o ataque ante ella. Comenzamos a asemejarnos más a la bestia salvaje que solo sabe regirse por la “ley de la selva”. Y así terminamos como Caín matando a nuestro hermano (Gn 4,1-10).
Si queremos recuperar nuestra humanidad debemos volver la mirada a Jesucristo e intentar “retratarlo” en nuestra persona. Porque Él es el “rostro” del ser humano pensado y querido por Dios. Mirarnos desde la Bienaventuranzas (Mt 5, 1-12) nos ayudaría mucho porque, como dice San Juan Pablo II en su encícilica Veritatis Splendor (n. 16), las Bienaventuranzas son una especie de “autorretrato de Cristo”. Y, en este sentido, algunos rasgos que debemos “retratar” en nuestra persona son:
El “espíritu de pobre” (Mt 5, 3) es decir, esa conciencia de ser personas que necesitan de los demás para vivir y desarrollarse. Por eso no somos individualistas, egoístas, solitarios, más bien somos comunitarios, participativos, capaces de mirar la presencia de los demás como riqueza y complemento de nuestro ser. Este rasgo nos hace imagen y semejanza de Dios porque Él es comunión y participación de los diferentes (Padre-Hijo-Espíritu Santo).
La capacidad de afligirse y llorar (Mt 5, 4) por los males de la sociedad para no callar y guardarnos ese dolor y tristeza, sino para hacerla visible ante quienes no quieren mirar o los quieren ocultar. Esto nos hace una presencia incómoda que necesariamente hará buscar soluciones para mejorar esas condiciones inhumanas que se padecen.
La mansedumbre y la paciencia (Mt 5, 5) como capacidad de “poseer” la tierra, “adueñarnos de nuestro ser”, “saber gobernarlo”, hacerlo más productivo, porque, como sabrás, fuimos hechos de tierra por los dedos de Dios. En este sentido, somos un pedazo de tierra con nombre y apellido que debe ser cuidado y cultivado. Es decir, no dejar que lo irracional y visceral nos domine y nos gobierne.
Tener hambre y sed de justicia (Mt 5, 6), porque tener hambre y sed, es signo de buena salud y no nos permite quedarnos con los brazos cruzados ya que podemos enfermar o morir. Es esta capacidad de mirar la justicia como necesidad básica que debe ser satisfecha para poder vivir todos. De eso tiene hambre y sed un verdadero ser humano.
La misericordia (Mt 5, 7). Esa capacidad materna de comprender y acompañar la miseria del corazón propio y de los demás. Que no se queda en las acciones del hijo sino llega a la comprensión del porqué de los actos, del dolor, de la desgracia, de la necesidad… esa capacidad de estremecerse interiormente ante la situación inhumana que se percibe y llega al perdón. Esa conciencia de que, sin la misericordia, la justicia se puede convertir en crueldad.
La pureza de corazón (Mt 5, 8). La limpieza y transparencia de mirarse y de mirar. Esa capacidad de ver a Dios en toda realidad personal y social sea favorable o adversa. Ser capaces de mirar el corazón, la intencionalidad, la interioridad, la profundidad, el sentido… esa actitud contemplativa que se concentra en lo bello, lo positivo, lo bueno de todapersona, situación, acontecimiento…
Trabajar por la paz (Mt 5, 9) y así todos se sientan bien, estén bien, hagan el bien y puedan ser el bien que todos buscan y necesitan. Ser presencia reconciliadora y capaces de intervenir ahí donde algo no va bien, donde hay odio y división, donde hay algo contra la justicia para facilitar las buenas relaciones que generan vida.
Comprometerse en la búsqueda del bien común (Mt 5, 10), aunque esto implique sufrimiento. Asumir este compromiso no por las injusticias y los males en sí, sino porque el bien y la justicia son la causa de Cristo o, aún más, Jesús es el bien y la Justicia que deben hacerse carne en nosotros. Vivir este compromiso con fortaleza y prudencia, con freno y acelerador, desde el saber esperar y dominar el miedo. Ser capaces de afrontar el mal por amor del bien y al bien.
Estos son los rasgos de humanidad divina que nos hacen “otros cristos” ahí donde vivimos y convivimos. Son los que nos identifican como personas que siguen a Cristo y nos hacen comprender que, ser “cristiano”, para todo bautizado, es lo mismo que ser “humano” para Dios.
ENCUENTRO CON LA PALABRA DE DIOS
Nos ponemos de pie. Leer el siguiente texto bíblico:
“(…) Entonces comenzó a hablar y les enseñaba diciendo: «Felices los que tienen el espíritu del pobre, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Felices los que lloran, porque recibirán consuelo. Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia. Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados. Felices los compasivos, porque obtendrán misericordia. Felices los de corazón limpio, porque verán a Dios. Felices los que trabajan por la paz, porque serán reconocidos como hijos de Dios. Felices los que son perseguidos por causa del bien, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Felices ustedes, cuando por causa mía los insulten, los persigan y les levanten toda clase de calumnias. Alégrense y muéstrense contentos, porque será grande la recompensa que recibirán en el cielo. Pues bien saben que así persiguieron a los profetas que vivieron antes de ustedes." (Mt 5, 1-12)
SILENCIO Y REFLEXIÓN
Reflexionemos en silencio para que la Palabra de Dios transforme nuestra vida.
CONFRONTAR NUESTRA REALIDAD PERSONAL CON LA PALABRA DE DIOS
Para compartir:
¿Qué te hace pensar el texto que escuchamos a partir de lo que hemos compartido?
¿Según tu manera normal de convivir, crees que tu persona retrata algunos rasgos de la humanidad de Cristo? ¿Por qué?
¿Cuál es el rasgo que más se refleja en tu manera de ser y de convivir? ¿Cómo?
¿Cuáles rasgos crees que debes fortalecer en tu personalidad para que puedas decir que eres otro Cristo ahí donde vives y convives?
ORACIÓN COMUNITARIA
De manera espontánea expresar en voz alta la oración que Dios haga surgir de su corazón.
COMPROMISO
Revisa tu manera de ser y de convivir teniendo como “espejo” las bienaventuranzas: ¿Eres una persona que no tiene miedo de necesitar de los demás? ¿Te afligen y te duelen los males que se viven en la sociedad y buscas maneras de hacerlos visibles? ¿No te dejas llevar por tus sentimientos para no caer en la irracionalidad o lo visceral en la convivencia? ¿Te duelen las injusticias que percibes? ¿Eres capaz de estremecerte ante lo inhumano y perdonas? ¿Eres capaz de buscar lo bueno y positivo de cada persona, situación o acción? ¿Te preocupa la violencia y buscas hacer algo por la paz? ¿Amas el bien y lo buscas para ti y los demás? Después de responderlas pregúntate: ¿Soy el ser humano que Dios quiere o me estoy deshumanizando?
ORACIÓN Y DESPEDIDA:
Dios, está aquí
tan cierto como el aire que respiro
tan cierto como en la mañana se levanta el sol
tan cierto que cuando le hablo, Él me puede oír.
Jesús, está aquí
tan cierto como el aire que respiro
tan cierto como en la mañana se levanta el sol
tan cierto que cuando le hablo, Él me puede oír.
Su espíritu está aquí
se siente su presencia entre nosotros
Él es quien nos alienta y santifica hoy
se siente su espíritu de amor
Si puedes conseguir el canto y escucharlo o cantarlo juntos sería mucho mejor.
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