Ser humanos es ser hermanos
FRASE PARA ESCRIBIR EN UN LUGAR VISIBLE A TODOS:
“Y el Señor le dijo a Caín: « ¿Dónde está tu hermano Abel?» Y él respondió: «No lo sé. ¿Acaso soy yo el guardián de mi hermano?»” (Gn 4, 9)
OBJETIVOS:
Reconocer que la característica fundamental del humanismo cristiano es la fraternidad.
Reconocer la importancia de ser y sentirse hermanos/as para humanizar la sociedad.
REVISIÓN DEL COMPROMISO:
Comparte cómo te sentiste al interesarte por el bien de tu comunidad, si lo hiciste de manera personal, familiar o con tu grupo. ¿Qué necesidades descubriste? ¿Qué hiciste o estás haciendo? ¿Descubriste algún proyecto de voluntariado? ¿Viste la manera de participar?
UNA EXPERIENCIA:
Josefina trabaja acompañando a jóvenes en situación de adicciones a las drogas y jóvenes pandilleros que se caracterizan por la violencia y delincuencia. Nos cuenta que, cuando habla con ellos afloran muchos resentimientos con sus familiares, particularmente con sus padres y con estructuras sociales y religiosas que son vistas por ellos como impositivas y controladoras.
Cuando los visita en sus casas se da cuenta que el ambiente familiar es muy agresivo, violento y en muchos casos de indiferencia. Gritos, golpes, reacciones viscerales… son el pan de cada día en los ambientes donde ellos nacieron y están creciendo. Pocas veces, o casi nunca se detienen a pensar, a razonar, a reflexionar lo que dicen o lo que hacen. Eso no es normal en sus ambientes. Lo más normal y común es “reaccionar” proporcionalmente al grito, al golpe o a la indiferencia.
Cuando conversa con sus padres, mamá o papá, porque en muchos casos uno de ellos está ausente o ambos y, entonces es la abuela quien se hace cargo, ellos le dicen que así crecieron ellos, que solo aprendieron a arreglar todo a gritos o a golpes, que es la única manera de hacerse escuchar o de lograr lo que quieren.
Josefina dice que, a veces, le parece que no está acompañando a seres humanos, porque lo que aparece a la vista es una degradación humana difícil de acompañar.
REFLEXIÓN PARA COMPARTIR:
En el tema anterior dijimos que la distorsión y degradación de la humanidad en una persona comienza cuando, siguiendo los pasos de Adán y Eva, decide creerle a la serpiente (Gn 3, 4-6) y no a Dios; cuando decide asemejarse a la bestia salvaje y no a Dios su Creador. Que la deshumanización se da a partir de esa manera de creer que te convence que el mundo es una selva donde el instinto y la irracionalidad son los zapatos que debes usar para moverte en la cotidianidad.
Esta perspectiva animalesca de existir hace que la persona deje de mirar a Dios y de conversar con Él para quedarse solamente con la visión de las bestias salvajes que le aconsejan dejar el ideal de sociedad como “jardín” (Edén) que se cuida y se cultiva junto con Dios, para asumir la visión de sociedad como una “selva” donde se convive con otras bestias que afilan sus colmillos y garras esperando el momento para atacar y sobrevive el más veloz, el más fuerte, el más agresivo, el más violento… Que la convivencia exige defenderse o atacar, someter o ser sometido, ser víctima o victimario…
Cuando una persona comienza a creer y se convence de que la única manera de conseguir su bienestar es regirse por “la ley de la selva”, entonces se vuelve incapaz de mirar al otro como hermano o hermana. Comienza a mirar a su semejante como amenaza, peligro, rival, adversario, como un competidor al que hay que ganarle a como dé lugar… entra en una visión que le hace mirar al otro como un “estorbo” para conseguir sus fines y por eso busca todas las maneras de quitarlo de su camino.
Caín mató a Abel, precisamente porque no lo veía como su hermano sino como un adversario con el que había que pelear los espacios, los bienes, los privilegios, las oportunidades, los afectos… (Gn 4, 2-26). Adán y Eva no estaban en condiciones de darles otra visión a sus hijos, ya no estaban en el Jardín del Edén con Dios, ya se encontraban ubicados en la visión del lugar de convivencia como una selva donde la violencia es la única herramienta que hay que aprender a utilizar. Y esa visión infundieron en su descendencia y, como sabemos, la consecuencia fue el fratricidio.
Un ser humano verdadero, desde la perspectiva divina, existe desde el horizonte de la fraternidad, porque solo si te sientes hermano/pariente de los demás, estarás dispuesto a hacer los cambios y los “sacrificios” necesarios para conseguir la paz y el bien común. Por eso, ante la violencia homicida de Caín, Dios habla a su conciencia preguntándole: ¿Dónde está tu hermano? (Gn 4, 9). El hecho de que Dios haga esta pregunta al homicida, significa que para Dios, ver al otro como tu hermano, es una cuestión fundamental.
En este sentido, la humanidad de una persona se realiza y crece cuando sale de su egoísmo y se preocupa por la condición de vida de sus hermanos, cuando entra en una lógica de comunión que le hace percibir que su vida tiene sentido sólo si es vivida en una actitud de solidaridad con sus semejantes. En otras palabras, para Dios ser humanos significa ser y sentirnos hermanos. Por eso, Jesús, con hechos y palabras, nos muestra cómo es el verdadero ser humano, el original, el divino: es el “hermano” (Rm 8, 29). Por eso, la única oración que enseñó fue el Padre Nuestro que rezamos hasta hoy.
En nuestra sociedad hay muchos que piensan y creen que buscar el mal de otros e incluso buscar formas de destruirlos o matarlos, es lo que se debe hacer para conseguir sus metas. Que adueñarse de sus bienes y de sus vidas es necesario para ser felices. Basta salir a la calle o, incluso, conversar con quienes nos son cercanos para darnos cuenta que el ser humano original ya se distorsionó, ya no es el que Dios creó, sino el que la sociedad moldeó y le sembró visiones, ideas y credos contrarios a su creador. Por eso, para humanizarnos, la pregunta de Dios sigue resonando: ¿Dónde está tu hermano? Y espera nuestra respuesta para hacernos caer en cuenta si somos humanos o bestias salvajes que se rigen por la ley de la selva.
ENCUENTRO CON LA PALABRA DE DIOS
Nos ponemos de pie. Leer el siguiente texto bíblico:
“(…) Caín se enojó mucho y su rostro se descompuso. Yahvé le dijo: « ¿Por qué andas enojado y con la cabeza baja? Si obras bien, podrás levantar tu vista. Pero tú no obras bien y el pecado está agazapado a las puertas de tu casa. Él te acecha como fiera, pero tú debes dominarlo.» Caín dijo después a su hermano Abel: «Vamos al campo.» Y como estaban en el campo, Caín se lanzó contra su hermano Abel y lo mató. Yahvé preguntó a Caín: « ¿Dónde está tu hermano?» Respondió: «No lo sé. ¿Soy acaso el guardián de mi hermano?» Entonces Yahvé le dijo: « ¿Qué has hecho? Clama la sangre de tu hermano y su grito me llega desde la tierra." (Gn 4, 1-10)
SILENCIO Y REFLEXIÓN
Reflexionemos en silencio para que la Palabra de Dios transforme nuestra vida.
CONFRONTAR NUESTRA REALIDAD PERSONAL CON LA PALABRA DE DIOS
Para compartir:
¿Qué te hace pensar el texto que escuchamos a partir de lo que hemos compartido?
Con mucha honestidad ¿Cómo ves a las personas con las que convives en tu familia, el trabajo, los vecinos, la iglesia…? ¿Los ves como hermanos o hermanas? ¿Por qué?
¿Has sentido el deseo de “desaparecer” a alguien de tu vida o de tu camino? ¿Por qué?
¿Hay algunas personas que las ves como rivales, adversarios, peligro, amenaza o competencia? ¿Por qué? ¿Qué consecuencia tiene esa visión en tu vida y tu convivencia?
ORACIÓN COMUNITARIA
De manera espontánea expresar en voz alta la oración que Dios haga surgir de su corazón.
COMPROMISO
Haz una lista de personas con las que convives o que tienen una incidencia en tu vida. Anota delante de cada nombre cómo las ves: como enemiga, amenaza, peligro, competencia… luego intenta explicarte por qué las consideras así. Haz también una lista de ideas que se difunden sobre las personas en los noticieros, entre los vecinos, en el trabajo, en los grupos… y pregúntate cómo influyen en tu manera de ver a las personas y si esas ideas o convicciones están en sintonía con la visión del ser humano que tiene Dios. Luego retírate un momento a platicar con Dios sobre lo que descubriste y pregúntale si esto te humaniza o te deshumaniza.
ORACIÓN Y DESPEDIDA:
Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu Reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.
Si puedes conseguir la oración en canto y escucharla o cantarla juntos sería mucho mejor.
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