¿Por qué nos deshumanizamos?
FRASE PARA ESCRIBIR EN UN LUGAR VISIBLE A TODOS:
“Les daré un corazón nuevo y les infundiré un nuevo espíritu. Les quitaré ese corazón de piedra y pondré uno de carne.” (Ez 36, 26)
OBJETIVOS:
Reconocer que nuestra historia y nuestra sociedad nos deshumanizan.
Redescubrir la importancia de existir desde la razón y la sensibilidad al bien común.
REVISIÓN DEL COMPROMISO:
Comparte qué efectos tuvo en tu cotidianidad la frase que escribiste: NO SOY UN SIMPLE SER VIVO NI UN OBJETO, SOY UN SER HUMANO IMAGEN Y SEMEJANZA DE DIOS. ¿Lograste notar alguna diferencia en tu comportamiento cotidiano? ¿Por qué?
PARTIR DE LA EXPERIENCIA Y REVIVIRLA:
Cuando estuve en Ecuador tuve la siguiente experiencia: una vez, llegó Marcita, una mujer afro ya mayor a decirme que hablara con su nieto. Me dijo: ¡imagínese! ¡Quiere ser político! Y es que ella estaba convencidísima que el camino de la política era solo para robar y enriquecerse aprovechándose de la indiferencia, ignorancia y pobreza de la gente.
Le pregunté al joven: ¿Por qué quieres ser político? Él con espontaneidad inocente me dijo que había visto cómo un vecino suyo se había metido a la política y, al poco tiempo ya tenía carro y se cambió a un mejor lugar de la ciudad para vivir. Que él le aconsejó que, si quería vivir bien y sacar de la pobreza a su familia, él le enseñaba cómo aprovechar la situación de los negros en la ciudad, porque ahora era el momento de ganar dinero, ya que muchas organizaciones internacionales y partidos políticos estaban interesándose en los afrodescendientes como grupo marginado y estaban dispuestos a dar mucho dinero a quien ayudara a congregarlos.
Y le pregunté: ¿Pero quieres mejorar la condición de vida de los afros entonces? Y sin pensarlo dijo: ¡No, cómo cree! Esos no cambian, se conforman con poco, por eso me dicen que ahora es la oportunidad de convertirme en un líder de ellos. A mí me interesa mejorar mi situación y la de mi familia y, me dijeron que ser líder de un grupo de afros, me puede ayudar a conseguir un puesto en la política.
Al escucharlo, vi que era necesario conversar aún más, y le sugerí que viniera a ayudarme a revivir un movimiento juvenil que antes existía, precisamente para recuperar el verdadero espíritu y sentido de la política, que se llamaba Movimiento Afroecuatoriano Conciencia (MAEC).
IDEAS PARA COMPARTIR:
En el tema anterior dijimos que toda persona es un ser humano, independientemente de su condición, de género, social, cultural, económico, político o religioso. Que, para Dios, todo ser humano es su hijo, su imagen y que, para ser reconocido como tal, algo de parecido debe tener con su Papá: en su manera de ser, de pensar, actuar… ahí donde vive y convive. De lo contrario, nadie verá en él o ella rasgos de la presencia de Dios en la sociedad en la que se encuentra.
Ser hijo o hija de Dios y, por lo mismo, su “imagen” y su “semejanza” ahí donde estamos, es el grado máximo de humanidad que podemos alcanzar según nuestra fe cristiana. Pero, si miramos la cotidianidad de nuestra vida, los pensamientos, creencias o ideologías que gobiernan nuestro corazón y nuestro espíritu, nos daremos cuenta que no somos el ser humano pensado y creado por Dios, sino un ser humano que refleja las convicciones, creencias y valores predominantes en la sociedad en la que crecimos o donde nos encontramos. Un ser humano que fue creciendo lejos de su Padre (Dios) y, por lo mismo, no lo conoce y no tiene casi ningún parecido con Él.
Aprendimos a “endurecer nuestro corazón” como la piedra y dejamos que entrara en nosotros el “viejo espíritu” que tiene como motor el instinto, el deseo, el poder, el dominio del otro, el desprecio de la vida... Ese corazón y ese espíritu que el profeta Ezequiel (36,25-26) dice que entristece a Dios, porque nuestro Papá (Dios) no nos pensó, ni nos hizo así insensibles y envejecidos en el salvajismo primitivo que solo utiliza la defensa o el ataque como instrumentos de convivencia.
Quizá no sabemos o no somos conscientes de que somos así, ni por qué somos así. Pero la tristeza de nuestro Papá, esa tristeza y enojo que el profeta Ezequiel dibuja con palabras, es tan fuerte que hace a Dios desear arrancar ese corazón de piedra y expulsar ese espíritu viejo de nuestra persona. Porque nuestro interior con ese corazón y con ese espíritu, no nos asemeja a Él, sino al “ídolo” insensible que tiene ojos y no ve, boca y no habla, oídos y no oye, manos y no palpa, pies y no camina (Salmo 115)… por eso somos incapaces de transformar positivamente nuestro entorno personal, familiar, laboral, social…
Si miramos el libro del Génesis y nos ubicamos en el momento creador de Dios, en ese momento en el que Dios nos hizo a su imagen y semejanza, y luego nos detenemos en el momento cuando este ser humano se encuentra con la serpiente, esa bestia que se arrastra en el suelo y no mira al cielo, y comienza a escucharla y a conversar con ella, nos daremos cuenta de que es ahí donde comienza la deshumanización del hijo o hija de Dios. Que desde el momento en el que decide creerle a la bestia y no a Dios, desde entonces su corazón y su espíritu comienza a seguir la voz del instinto animal y de la irracionalidad propia de las bestias (Gn 3, 4-6).
La imagen de Dios comienza a deteriorarse en nosotros cuando le damos poder y credibilidad a las voces de quienes no razonan o no razonan desde Dios, de quienes siguen solo sus instintos y deseos de poder, de dominio, de sometimiento… cuando le damos poder a quienes nos mienten y nos dicen que es “bueno” usar a los demás para escalar o para nuestro bienestar, que es bueno “adueñarse” y consumir la vida de los demás para vivir nosotros, que cada uno puede decidir qué es bueno y qué es malo, que es bueno que no te “duela” hacer el mal, usar, destruir, matar... Cuando le damos autoridad a la voz de la bestia, nuestro corazón se va petrificando y nuestro espíritu se envejece en el salvajismo irracional.
Si seguimos la voz de la serpiente, los demás verán en nosotros la imagen dañada de Dios. Porque poco a poco nos iremos degradando a la categoría de bestia salvaje, mascota, bestia de trabajo o animal doméstico. El miedo y la desnudez (Gn 3, 10), es decir, la inseguridad y la incapacidad de vestir nuestra persona con obras buenas (porque eso significa desnudez en la Biblia), será la característica de nuestra persona deshumanizada y, aunque seamos de misa y comunión diaria o dominical, seremos idólatras, porque nos asemejaremos más a los ídolos insensibles y no a nuestro Padre que ve, escucha, conoce y le duele la situación de sus hijos y por eso busca todas las formas posibles de sacarlo de las situaciones inhumanas en las que se encuentran (Ex 3, 7-10).
ENCUENTRO CON LA PALABRA DE DIOS
Nos ponemos de pie. Leer el siguiente texto bíblico:
“He visto la opresión que sufre mi pueblo en Egipto. He oído sus gritos de angustia a causa de la crueldad de sus capataces. Estoy al tanto de sus sufrimientos. Por eso he descendido para rescatarlos del poder de los egipcios, sacarlos de Egipto y llevarlos a una tierra fértil y espaciosa (…) ¡Mira! El clamor de los israelitas me ha llegado y he visto con cuánta crueldad abusan de ellos los egipcios. Ahora ve, porque te envío al faraón. Tú vas a sacar de Egipto a mi pueblo Israel...” (Ex 3, 7-10)
SILENCIO Y REFLEXIÓN
Reflexionemos en silencio para que la Palabra de Dios transforme nuestra vida.
CONFRONTAR NUESTRA REALIDAD PERSONAL CON LA PALABRA DE DIOS
Para compartir:
¿Qué te hace pensar el texto que escuchamos a partir de lo que hemos compartido?
¿Cuáles son las voces sociales, económicas, políticas… que escuchas, les das credibilidad y sigues sus indicaciones? ¿Crees que vienen de Dios? ¿Por qué?
Esas voces que escuchas ¿Te hacen más humano? ¿Es decir, más semejante a Dios? ¿Por qué?
¿Qué es lo que te sugieren esas voces (opiniones, experiencias, testimonios, estilos de vida, modas…) que escuchas y obedeces? ¿Hacia dónde te conducen?
ORACIÓN COMUNITARIA
De manera espontánea expresar en voz alta la oración que Dios haga surgir de su corazón.
COMPROMISO
Comienza a interesarte por el bienestar de tu comunidad ya sea de manera personal, con tu familia o grupo. Observa la realidad e identifica qué se necesita y, pregúntate qué puedes hacer o qué pueden hacer. Si hay proyectos de voluntariado ve la manera de participar o si puedes hacer algo de manera personal, con tu familia o con tu grupo, hazlo.
ORACIÓN Y DESPEDIDA:
Nuestro Dios está en los cielos,
él realiza todo lo que quiere.
Sus ídolos no son más que oro y plata,
una obra de la mano del hombre.
Tienen una boca pero no hablan,
ojos, pero no ven ,
orejas, pero no oyen,
nariz, pero no huelen.
Tienen manos, mas no palpan,
pies, pero no andan,
ni un susurro sale de su garganta.
¡Que sean como ellos los que los fabrican y todos los que en ellos tienen confianza!
Salmo 115
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