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Foto del escritorJoel Cruz Reyes

Dignidad humana 2

¿Quién es el ser humano para Dios?

FRASE PARA ESCRIBIR EN UN LUGAR VISIBLE A TODOS:

“Y creó Dios al ser humano a su imagen; a imagen de Dios lo creó; hombre y mujer los creó.” (Gn 1, 27)

OBJETIVOS DE LA REFLEXIÓN:

  • Recordar nuestra identidad más profunda.

  • Tomar conciencia de las implicaciones de nuestra dignidad humana.


REVISIÓN DEL COMPROMISO:

Comparte qué descubriste al poner más atención a las noticias de política, economía, religión… qué descubriste al observar el trato que se da a las personas ahí donde vives y convives: tu familia, tu grupo, tu organización, tu trabajo… ¿Cómo ven al ser humano? ¿Cómo lo tratan? ¿Qué consecuencias tiene en su persona, en los demás y en su entorno?



UNA EXPERIENCIA:

Cuando comencé a recorrer la ciudad de Guayaquil, en esta primera misión que me encomendaron en Ecuador, me fui dando cuenta que, los afrodescendientes eran la periferia de la periferia urbana, es decir, estaban al final de las zonas pobres de la ciudad, ahí donde la tierra terminaba y comenzaba el mar. De hecho, sus casas eran de cañas construidas sobre los esteros, que son brazos de mar que se internan entre los manglares.


Ahí vivía Carmen, mujer afro. Trabajaba cocinando, lavando ropa y limpiando casas todos los días, para sostener a sus hijos. El marido no vivía con ella y no se hacía responsable de la familia y, cuando llegaba, solo era para golpearla y exigir atenciones de ella y de sus hijos. Tenía mucho miedo de que él regresara a vivir con ellos.


Una vez me pasé toda la tarde conversando con ella sobre su situación. Luego le sugerí que hablara claro con el marido pero, ella, en tono de angustia, me dijo que eso no era posible porque ella era la “mujer”. Con eso entendí que asumía estar sometida a la voluntad del hombre. Entonces le dije que sería bueno buscar asesoría jurídica, pero de inmediato, en todo irónico, me dijo: ¡Hermano, soy “negra”! ¡No me atenderán! Ahí entendí que, para ella, el problema era que, además de ser “mujer”, era también “negra” en una sociedad machista y racista.


IDEAS PARA COMPARTIR:

El humanismo cristiano, como dijimos en el tema anterior, es la manera como la persona que se dice seguidora de Jesucristo, ve al ser humano. Es decir, lo ve como Cristo lo ve, para ella no hay otra mirada válida que no sea la de Dios. Sabe que la cuestión no es mirarlo como “hombre” o como “mujer” y luego tratarlo como tal, porque existen sociedades y visiones que favorecen más al hombre que a la mujer. Existen personas, familias y sociedades con mentalidades discriminatorias que disminuyen y enaltecen dignidades según sus propias tradiciones, convicciones o criterios. Para un verdadero humanista, y más si es cristiano, lo que importa es que toda persona ES UN SER HUMANO.



Para el humanista cristiano, es fundamental que la persona comprenda y se atreva a dar el primer paso: APRENDER A MIRARSE COMO UN SER HUMANO. Porque esto hará que deje de considerarse un simple ser vivo o un objeto que cualquiera puede manipular, domesticar o usar según sus intereses y luego ser desechado cuando ya no le sirve. Es necesario ayudarla a “RECORDAR” su verdadera identidad, que “vuelva a pasar por su corazón” (porque eso es “recordar”) lo esencial de su persona: lo que verdaderamente “ES”.


Nuestra fe nos dice que el ser humano “ES IMAGEN DE DIOS” (Gn 1, 27), esa es la verdad, cualquier otra definición, concepto o idea, es una mentira, un engaño, una falsedad, venga de quien venga. No es verdad que nuestra naturaleza es animal o que somos piezas puestas en la sociedad para ser compradas o vendidas; no, nuestra naturaleza es DIVINA, por eso Dios no nos hizo de la misma manera que a los animales o a los demás seres de la creación, no, Él nos hizo con sus propios dedos, del polvo de la tierra, sí, pero con su aliento.



Dios, antes de hacernos, pensó en Él mismo y quiso “retratarse” en nosotros para que, quien nos ve, lo vea a ÉL y, así, nadie se atreva a profanar SU IMAGEN en ningún ser humano. Esto es lo que nos recuerda Jesús cuando dice: “quien me ve a mí, ve al Padre” (Jn 14, 9). Y quienes lo veían tenían frente a ellos a UN SER HUMANO CON LA CONCIENCIA DE SER HIJO DE DIOS y, por eso, era tan parecido, tan semejante a su Papá.


Ciertamente, la gente verá en nosotros la imagen de nuestro Papá, en la medida en la que nos asemejemos a Él, de lo contrario, no se darán cuenta que somos sus hijos o hijas. Por eso, para mostrar cómo es UN SER HUMANO QUE SE SIENTE HIJO O HIJA DE DIOS, es necesario comprender los dos términos que el Génesis utiliza para definir al ser humano creado por Dios: IMAGEN y SEMEJANZA (Gn 1, 26-27).



Para comprender las implicaciones de la conciencia de ser IMAGEN DE DIOS, podemos tomar como ejemplo una fotografía o un video que nos tomaron en el momento de nacer. Y ahora que vemos esa imagen, quizá nos reímos porque ya no nos reconocemos, con el paso del tiempo hemos cambiado mucho física, mental y espiritualmente. Pero no podemos negar que somos nosotros. Esa imagen quedó atrapada en ese tiempo y en ese espacio, no se puede modificar aún con toda la tecnología actual, el original permanecerá intacto, en ese tiempo, en ese lugar y con esos accesorios.


En este sentido, la conciencia de ser IMAGEN DE DIOS, nos ubica en el lugar de nuestro SER original, en nuestra esencia, esa realidad que no cambia, que permanece intacta a pesar del tiempo, de nuestra historia personal, de nuestros actos, ideologías o creencias. Aquí se ubica nuestra DIGNIDAD que debe ser reconocida y respetada independientemente de nuestras acciones o comportamientos. Por eso, es la fuente de los Derechos Humanos de todo individuo independientemente de su raza, edad, condición de género, económica, social, cultural, política o religiosa. Esta conciencia me dice que, el otro y yo, somos seres humanos en los que se debe mirar la IMAGEN DE DIOS y ser tratados como tales.



La SEMEJANZA, en cambio, nos ubica en el lugar del PARECERSE A DIOS, en su manera de mirar, de pensar, de sentir, de actuar… en su manera de vivir, de convivir y de transformar las realidades en las que se encuentra. En otras palabras, la conciencia de ser SEMEJANTES A DIOS, nos empuja a VIVIR Y ACTUAR EN MODO SEMEJANTE A ÉL ahí donde vivimos y convivimos.


ENCUENTRO CON LA PALABRA DE DIOS

Nos ponemos de pie. Leer el siguiente texto bíblico:


“Dijo Dios: «Hagamos al ser humano a nuestra imagen y semejanza. Que tenga autoridad sobre los peces del mar y sobre las aves del cielo, sobre los animales del campo, las fieras salvajes y los reptiles que se arrastran por el suelo.» Y creó Dios al ser humano a su imagen. A imagen de Dios lo creó. Hombre y mujer los creó." (Gn 1, 26-28)


SILENCIO Y REFLEXIÓN

Reflexionemos en silencio para que la Palabra de Dios transforme nuestra vida.



CONFRONTAR NUESTRA REALIDAD PERSONAL CON LA PALABRA DE DIOS

Para compartir:

  • ¿Qué te hace pensar el texto que escuchamos a partir de lo que hemos compartido?

  • ¿Crees que eres imagen y semejanza de Dios? ¿Por qué?

  • ¿Eres consciente de tu dignidad como ser humano? ¿Respetan esa dignidad en ti? ¿Por qué? ¿Tú respetas esa dignidad en los demás? ¿Por qué?

  • Tu manera de ser, de pensar y de actuar ¿Te asemeja (parecido/a) a Dios? ¿Por qué?

  • ¿Conoces tus derechos y deberes como ser humano? ¿Los respetas y promueves en ti y en los demás?


ORACIÓN COMUNITARIA

De manera espontánea expresar en voz alta la oración que Dios haga surgir de su corazón.


COMPROMISO

Hazte el propósito de no comportarte como lo hace un animal que solo se defiende o ataca; de no comportarte como si fueras solamente un ser vivo como las plantas que a veces solo sirven para llenar espacios y adornar lugares; de no comportarte como si fueras un objeto que espera ser usado y luego desechado cuando ya no es útil. Escribe en un lugar donde lo puedas ver todos los días: NO SOY UN SIMPLE SER VIVO NI UN OBJETO, SOY UN SER HUMANO IMAGEN Y SEMEJANZA DE DIOS. Y luego, vive y compórtate así cada día.



ORACIÓN Y DESPEDIDA:


Yo siento señor que tú me amas

yo siento señor que te puedo amar

háblame señor que tu siervo escucha

háblame que quieres de mi


Señor tú has sido grande para mi

en el desierto de mi vida háblame

yo quiero estar dispuesto a todo

toma mi ser mi corazón es para ti

/por eso canto tus maravillas por eso canto tu amor/(2vc.)


te alabo señor por tus grandezas

mil gracias te doy por tu gran amor

heme aquí señor para acompañarte

heme aquí que quieres de mí.


Señor tú has sido grande para mi

en el desierto de mi vida háblame

yo quiero estar dispuesto a todo

toma mi ser mi corazón es para ti

/por eso canto tus maravillas por eso canto tu amor/(2vc.)


Nota: Si puedes buscar el audio o video del canto puedes escucharlo en silencio.



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