PRIMERA ETAPA:
Transformar nuestras "armas" en "instrumentos de trabajo" 2
Tema de conversación: LA VIOLENCIA
Primera conversación:
Para iniciar la conversación pide a los participantes que busquen los textos bíblicos del Génesis 4, 1-11 y del evangelio de San Lucas 15, 11-32. Si consideras oportuno puedes dedicar un tiempo suficiente para que lean en silencio los textos de manera individual. Luego puedes pedir a dos personas que lean en voz alta (una persona por texto) para que todos escuchen con atención.
Una vez que han leído personalmente los textos y los han escuchado en grupo, puedes abrir la conversación con las siguientes preguntas:
¿Cuál es el problema que nos describen los textos leídos?
¿Según tu parecer por qué se generó el conflicto y la violencia entre las personas que aparecen en los textos?
¿Según tu experiencia, se podría resolver el conflicto sin violencia? ¿Cómo?
Segunda conversación:
La conversación debe centrarse en:
Caín y Abel
Hermano menor y hermano mayor
El padre de estos hermanos
CAÍN y ABEL
Preguntas para facilitar la conversación:
¿Cuál fue la causa de la violencia entre estos dos hermanos?
¿En qué los convirtió la violencia entre ellos?
¿Según tú cómo se veían entre ellos?
¿Esa manera de verse entre ellos hasta dónde los llevó?
HERMANO MAYOR y HERMANO MENOR
Preguntas para facilitar la conversación:
¿Cuál fue la causa del enojo del hermano mayor?
¿A qué lo llevó este enojo?
¿Cómo veía a su hermano menor?
¿Crees que la reacción que tuvo fue violencia?
¿Por qué?
¿Crees que lo que hizo el hermano menor fue violencia?
¿Por qué?
EL PADRE DE LOS HERMANOS QUE NO SE QUIEREN Y SE HACEN DAÑO
Preguntas para facilitar la conversación:
¿Cómo crees que se sintió el padre de Caín y Abel y el padre de los hermanos en la parábola del hijo pródigo?
¿Crees que el papá de estos hermanos estaba tranquilo y en paz al mirar cómo se veían sus hijos entre ellos?
¿La manera de convivir y de actuar de estos hermanos crees que es violencia hacia su papá?
¿Por qué?
Después de los dos conversatorios puedes ayudarles a concluir lo siguiente:
El problema de fondo que abre la puerta a la violencia en nuestra convivencia es:
No ver al otro como mi hermano. Cuando yo comienzo a ver a mi hermano como rival, como competencia, como amenaza o como adversario en la construcción de mi bienestar, entonces comienzo a buscar diversas formas para desaparecerlo de mi camino para que no sea un obstáculo en mis metas personales.
Las maneras de desaparecer a alguien de nuestra existencia pueden comenzar simplemente con ignorar su presencia, hacer como que no existe para nosotros; puede agudizarse esta búsqueda de quitarlo de nuestro camino creando condiciones que lo debiliten, lo marginen o lo destruyan hasta llegar a matarlo.
La violencia comienza a perder fuerza en nosotros, cuando recuperamos la palabra "HERMANO" como conciencia cotidiana de convivencia. De hecho, en los textos bíblicos que tuvimos como referencia, esta palabra está ausente en el discurso de los hermanos en conflicto. Los únicos que pronuncian esta palabra (Hermano) son Dios cuando pregunta: "¿Dónde está tu hermano? y el padre en la parábola del Hijo pródigo cuando le dice a su hijo mayor: "Tu hermano estaba perdido y ha vuelto..."
El reto, para superar la violencia en nuestra convivencia entonces, nos plantea a todos, comenzar a caminar, de verdad, hacia la visión de los demás como nuestros hermanos. Es decir, convivir desde la convicción de que todos somos hijos de un mismo Padre (Dios) que se entristece y sufre cuando no nos vemos como hermanos.
Podemos tener razones para destruirnos mutuamente pero si ponemos nuestra conciencia en el plano de la fraternidad, sin duda, podremos no querernos, no amarnos, porque eso pasa muchas veces entre los hermanos en una familia, pero la conciencia de ser hijos de los mismos padres, que la misma sangre corre por sus venas, los hace superar sus desencuentros; pero sobre todo, el ser conscientes de que cualquier maltrato, rivalidad y el buscar hacerse daño entre ellos, lastima, entristece y le duele a sus padres, solo por eso no recurren a la violencia en su convivencia: para no entristecer a su papá o a su mamá y así, la violencia se queda con las ganas de hacer daño.
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