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Foto del escritorJoel Cruz Reyes

4. Convertirnos en "semillas de paz"

Hacer de nuestra persona una "semilla de paz"


FRASE PARA ESCRIBIR EN UN LUGAR VISIBLE A TODOS:


“El Reino de los cielos es como una persona que siembra buena semilla en su campo…” (Mt 13, 24)

OBJETIVOS:

  • Reconocer la importancia de trabajar por la paz.

  • Animar a las personas a hacer algo por la paz ahí donde viven y conviven.


REVISIÓN DEL COMPROMISO:


Comparte qué descubriste al revisar tus creencias y actitudes ante un conflicto o problema: ¿Piensas y actúas como la mayoría de la gente? ¿Por qué? ¿Descubriste algo bueno que te trajo el conflicto que elegiste para revisar? ¿En qué creciste? ¿Te hizo una mejor persona? ¿Das gracias a Dios por lo bueno que te traen los conflictos?


PARTIR DE LA EXPERIENCIA Y REVIVIRLA:


Desde hace algunos meses, Francisca tiene mucho miedo porque se comenzó a escuchar de asesinatos, secuestros y extorsiones de personas en la ciudad. Hace un poco más de un mes, comenzó a platicar todas las noches por videollamada con una amiga sobre la inseguridad que muchos están sintiendo. Al principio, era solo para darse ánimo entre ellas, pero luego se fueron uniendo otras personas conocidas a estas conversaciones.


Poco a poco esta iniciativa personal se fue convirtiendo en un espacio virtual de animación donde cada vez se unían más personas. En una ocasión, alguien sugirió hacer un momento de oración por la paz ahí todos juntos y, desde entonces rezan por la paz, pero cada participante comenzó también a abrir su espacio virtual de oración por la paz con familiares y amigos. Y ahora, dice, ya son una red de comunidades virtuales de oración por la paz.


Hace unos días, comenta con mucha alegría, el párroco del lugar las invitó para que junto con los agentes de pastoral de la parroquia, organicen una primera caminata por la paz ahí en la colonia. Ella espera que este sea el inicio de un camino donde muchas personas participen y trabajen para que la violencia no siga avanzando.



CONTENIDO DEL TEMA


Cuando escuchas que la violencia va ganando personas y territorios, cuando lees los periódicos, ves los noticieros y te enteras cómo muchas personas son víctimas y victimarias de varios tipos de violencia, sin duda que tu corazón te sugiere hacer algo para que esto ya no siga creciendo. Pero cuando ves que quienes usan la violencia para su bienestar, tienen mucho poder, que se organizan para hacer el mal, que están armados y te pueden matar, entonces el miedo y la resignación pueden aconsejarte no hacer nada.


Pensar que podemos cambiarlos o enfrentarnos a ellos y detenerlos, es algo ingenuo y poco realista. Algo que sí podemos hacer sin temor, con libertad, sin arriesgar la vida propia y de quienes queremos, es convertirnos en personas “sembradoras de paz” teniendo en mente que, la paz, es una dimensión constitutiva del Reino de Dios. Porque si recuerdas, San Pablo nos dice que "el Reino de Dios es justicia, paz y gozo…” (Rm 14, 17). Entonces, sembrar la paz, es seguir la ruta trazada por Jesucristo para conducir a las personas a la Voluntad de Dios: una tierra (sociedad) donde la violencia y la muerte no tienen lugar.



En este sentido, es bueno mirar y creer que nuestra presencia ahí donde nos encontramos actualmente, es “semilla de paz” y que el sembrador es Dios, así nos dice Jesús en la parábola del sembrador (Mt 13, 1-23). Pensarnos como “semillas de paz” sembradas por Él ahí donde vivimos y convivimos, sin duda, nos ayudará a nacer, crecer y dar fruto, según las condiciones del terreno donde nos encontramos.


Precisamente porque somos una pequeña semilla de paz, tenemos que comenzar a trabajar utilizando la estrategia del Reino, que implica pensar nuestro trabajo como “una persona que siembra” no como un grande grupo o una multitud (Mt 13, 24), es decir, un trabajo de persona a persona, eso sí lo podemos hacer todos y todas desde nuestras posibilidades. Poco a poco, en el trato y conversación personal podemos ir quitándole personas a la violencia y a la muerte, porque ellas no caminan ni crecen sin las personas.


Pensar nuestra presencia como el granito de mostaza y como la levadura, nos llevará a tomar pequeñas iniciativas capaces de generar caminos grandes por donde puedan caminar muchos (Mt 13, 31-33); eso, nos llevará a creer que cualquier iniciativa por la paz, por muy pequeña e insignificante que parezca, es un “tesoro”, una “perla preciosa”, pequeña sí, pero muy valiosa para abrir o fortalecer caminos de paz en la sociedad (Mt 13, 44-46).



Es muy importante, cuando tengamos una iniciativa, pensar nuestra presencia como “una red”, porque así es el Reino de Dios dice Jesús (Mt 13, 47-49), es decir, pensar que no soy la única persona que está haciendo algo por la paz, sino que hay muchas que están trabajando como yo y, por eso, debo sentirme parte de “una red de personas que trabajan por la paz”, una red que, como dice Jesús, se echa al mar de violencia y muerte para rescatar y salvar a muchas personas.


¿Dónde sembrar? ¿Cuál es el campo más fértil donde podemos meternos como semillas de paz? Un campo puede ser mi familia, otro puede ser mi lugar de trabajo, también puede ser mi barrio, mi colonia, la cuadra o el edificio donde vivo… y si miramos hacia adentro de la Iglesia, un campo puede ser la parroquia donde acudo regularmente, el grupo al que pertenezco, el movimiento religioso o de pastoral del que soy parte… solo basta elegir y decidirse a ser una semilla de paz que se siembra en ese campo.

Cuando tomas la decisión de ser “semilla de paz”, es fundamental conectarte a una fuente de alimentación, es decir, un espacio, grupo u organización que pueda ofrecerte asesoría, acompañamiento, contenidos formativos y entrenamiento para la promoción y construcción de la paz. En esos espacios participativos te pueden dar ideas sobre cómo iniciar, qué hacer, cómo hacer, cómo realizar esta misión que nos encarga Jesús hoy y aquí.



ENCUENTRO CON LA PALABRA DE DIOS


Nos ponemos de pie. Leer el siguiente texto bíblico:


"Jesús les habló de muchas cosas, usando comparaciones o parábolas. Les decía: «El sembrador salió a sembrar. Y mientras sembraba, unos granos cayeron a lo largo del camino: vinieron las aves y se los comieron. Otros cayeron en terreno pedregoso, con muy poca tierra, y brotaron en seguida, pues no había profundidad. Pero apenas salió el sol, los quemó y, por falta de raíces, se secaron. Otros cayeron en medio de cardos: éstos crecieron y los ahogaron. Otros granos, finalmente, cayeron en buena tierra y produjeron cosecha, unos el ciento, otros el sesenta y otros el treinta por uno. El que tenga oídos, que escuche.»" (Mt 13, 3-9)


SILENCIO Y REFLEXIÓN


Reflexionemos en silencio para que la Palabra de Dios transforme nuestra vida.


CONFRONTAR NUESTRA REALIDAD PERSONAL CON LA PALABRA DE DIOS


Para compartir:

  • ¿Qué te hace pensar el texto que escuchamos a partir de lo que hemos compartido?

  • ¿Te consideras una persona sembradora de paz? ¿Por qué?

  • ¿Crees que puedes convertirte en “semilla de paz” ahí donde vives y convives? ¿Cómo?

  • ¿Cuál es el campo que consideras más fértil donde puedes comenzar a sembrar paz?


ORACIÓN COMUNITARIA


De manera espontánea expresar en voz alta la oración que Dios haga surgir de su corazón.


COMPROMISO


Piensa en una actividad que favorezca la paz y la puedas realizar personalmente. Luego elige el campo que consideras más propicio para realizarla: la familia, el trabajo, la cuadra, el barrio, la colonia, la parroquia, el grupo de oración, de pastoral, el movimiento u organización al que perteneces… y comienza a realizarla.


ORACIÓN Y DESPEDIDA:


Señor, hazme un instrumento de tu paz:

donde haya odio, ponga yo amor,

donde haya ofensas, ponga yo perdón,

donde haya discordia, ponga yo unión,

donde haya error, ponga yo verdad,

donde haya duda, ponga yo fe,

donde haya desesperación, ponga yo esperanza,

donde haya tiniebla, ponga yo luz,

donde haya tristeza, ponga yo alegría.

Oh, Señor, haz que yo no busque tanto

el ser consolado, como consolar,

el ser comprendido, como comprender,

el ser amado, como amar.

Porque dando es como se recibe,

olvidándose de sí es como se encuentra,

perdonando es como se es perdonado,

muriendo es como se resucita para la vida eterna.

AMÉN.

(Oración de San Francisco)

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