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Foto del escritorJoel Cruz Reyes

3. Dar "otra forma" al conflicto

Una forma que no angustie y no paralice a la persona


FRASE PARA ESCRIBIR EN UN LUGAR VISIBLE A TODOS:


« Apártate de mí Satanás, tú me harías tropezar. No piensas como Dios, sino como los hombres.» (Mt 16, 23)

OBJETIVOS:

  • Reconocer que para no utilizar la violencia es necesario mirar positivamente el conflicto.

  • Iniciar un cambio de mentalidad sobre el conflicto.


REVISIÓN DEL COMPROMISO:

Comparte qué descubriste en la revisión de tu manera cotidiana de convivir. ¿Qué piensas de la manera como te relacionas con los demás? ¿Qué es lo que más usas para defenderte o atacar? ¿Por qué utilizas eso? ¿Qué pasaría si no lo utilizas?


PARTIR DE LA EXPERIENCIA Y REVIVIRLA:

Hace unos días, Ernestina fue a visitar a sus papás a su pueblo. La acompañó Miguel, su esposo. Al llegar, sus hermanos y hermanas se reunieron para saludarlos y ponerse de acuerdo para organizar una fiesta familiar. Mientras acordaban con entusiasmo lo que debían aportar, algunos de sus hermanos sugirieron que, el dinero que habían recibido, en esa semana, por becas que el gobierno da a sus hijos y lo que dan a sus papás por el apoyo a los de la tercera edad, se podía utilizar para los gastos de la fiesta familiar.


Miguel, al escuchar eso, sugirió hacer solo una comida normal sin mucho gasto porque lo importante era estar juntos. Así se evitaría gastar el dinero que reciben como apoyo ya que es para los estudios y para gastos verdaderamente necesarios. Esto provocó incomodidad, malestar y enojo porque todos estaban de acuerdo en gastar el dinero en la fiesta. Algunos de ellos hicieron evidente su enojo con Miguel de tal manera que Ernestina optó por pedir a todos que no se hiciera nada y se volvieron inmediatamente a la ciudad.


El malestar se salió de control y todos se fueron sin despedirse de Miguel y Ernestina. La convivencia no se realizó y ahora no se dirigen la palabra y Miguel ya no quiere volver a visitarlos.


CONTENIDO DEL TEMA

¿De dónde nace la violencia? La experiencia nos dice que, sobre todo, nace de la manera como percibimos esa realidad que llamamos “conflicto”. Y es que la mayoría de nosotros actuamos desde la percepción del conflicto como algo malo, trágico o destructivo del que debemos escapar, que se debe evitar o no dejar que llegue a nuestra persona, nuestra familia, nuestro entorno… porque terminaría por provocarnos muchos males. Por eso, ante una realidad que percibimos como “conflictiva”, inmediatamente nos preparamos para defendernos, atacar o cortar cualquier tipo de relación con ella. Y como sabemos, estas son las características típicas de la violencia.



Pero ¿Qué es el conflicto? ¿Cómo podríamos definirlo o identificarlo? Lejos de tomar alguna definición académica o técnica, podemos quedarnos con esta idea:

“conflicto” es aquello que experimentamos cuando algo “nuevo”, “diferente”, “desconocido” o “inesperado” se presenta en nuestra cotidianidad o “normalidad de vida”.

Por esta razón el conflicto será nuestro compañero de vida porque siempre habrá en nuestro día a día alguna novedad, alguna diferencia, algo inesperado o desconocido que rompa nuestros hábitos y costumbres. Esto sin duda generará incomodidad o malestar sobre todo si lo percibimos de manera negativa.


El secreto para no convertirnos en personas violentas es “transformarlo”. Como sabemos, el término “trans” hace referencia a “pasar de un lugar a otro” y, “formar” hace referencia a la “forma” de algo. Por eso, para no utilizar la violencia en nuestra vida cotidiana, es necesario dejar el “lugar negativo” desde donde aprendimos a mirar el conflicto y pasar a un lugar que nos permita mirarlo como fuente de bien para uno mismo y para quienes viven y conviven con nosotros. En este sentido, tenemos que “desaprender” lo que el pensamiento y el comportamiento de las mayorías nos enseñaron sobre cómo abordarlo y vivirlo.



Iniciar el camino hacia un cambio de mentalidad sobre la presencia del conflicto en nuestra vida, nos llevará a ser personas promotoras de una convivencia menos violenta en todos los ámbitos de nuestra existencia: personal, familiar, laboral, religioso, social… Pasar de esa manera de pensar que el conflicto es destructivo y nocivo para nuestra vida, al pensamiento y convicción de que es productivo porque salimos fortalecidos, enriquecidos y crecemos más en espíritu y humanidad, hará que aceptemos que todo conflicto tiene funciones positivas para nosotros, para quienes nos rodean y para nuestro entorno.


La nueva manera de mirar y de pensar el conflicto no nos permitirá recurrir a la violencia para afrontarlo, más bien nos ayudará a entrar en el realismo de la vida. Es decir, aceptar que el conflicto es tan natural en nuestra existencia y que por su presencia nuestra vida se dinamiza, se vuelve creativa y productiva. Sin el conflicto, se volvería estéril, insignificante y sin sentido.



Revisar mi creencia y mi actitud ante las realidades o situaciones que percibo como conflictivas, es el primer paso que debo dar en este camino de cambio de mentalidad. Esto me permitirá darme cuenta si las creencias y actitudes de la mayoría de la gente se reflejan en mi vida cotidiana y busco defenderme, atacar o evitar relacionarme con aquello que me genera conflicto. Debo tener muy presente que “todo comienza en mí”: de lo que creo y de la actitud que asumo normalmente frente a lo nuevo, lo desconocido, lo diferente o inesperado. Esto sin duda, me dirá qué tan violento o pacífico soy en mi existencia cotidiana.


Nos ayudaría mucho recordar y fijar en nuestra mente el enojo de Jesús con Pedro (Mt 16, 23) porque éste pensaba igual que la mayoría de la gente: que el conflicto (La Cruz) solo traía dolor y destrucción y, por eso debía ser evitado. Jesús le recuerda que, pensar así, es pensar como Satanás, el padre del engaño y la mentira. Porque no es verdad que podemos evitarlo, escapar de él, que es destructivo sino que es “necesario” para mejorar y crecer como personas, así es como piensa y mira Dios al conflicto y, sus hijos e hijas, no pueden ni deben mirarlo de otra manera.



ENCUENTRO CON LA PALABRA DE DIOS

Nos ponemos de pie. Leer el siguiente texto bíblico:


"Desde entonces comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos que él debía ir a Jerusalén y sufrir mucho de parte de los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, y ser matado y resucitar al tercer día. Tomándole aparte Pedro, se puso a reprenderle diciendo: «¡Lejos de ti, Señor! ¡De ningún modo te sucederá eso!» Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: «¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Escándalo eres para mí, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres! Entonces dijo Jesús a sus discípulos: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame." (Mt 16, 21-24)


SILENCIO Y REFLEXIÓN

Reflexionemos en silencio para que la Palabra de Dios transforme nuestra vida.


CONFRONTAR NUESTRA REALIDAD PERSONAL CON LA PALABRA DE DIOS

Para compartir:

  • ¿Qué te hace pensar el texto que escuchamos a partir de lo que hemos compartido?

  • ¿Cómo reaccionas ante lo diferente, lo desconocido, lo nuevo o inesperado? ¿Por qué?

  • ¿Según tus reacciones y actitudes ante el conflicto, crees que piensas como Dios o como Satanás?

ORACIÓN COMUNITARIA

De manera espontánea expresar en voz alta la oración que Dios haga surgir de su corazón.


COMPROMISO



ORACIÓN Y DESPEDIDA:


Victoria. Tú reinarás. Oh, cruz, Tú nos salvarás (2)


El verbo en Ti clavado muriendo nos rescató

De Ti madero santo nos viene la redención


Extiende por el mundo tu Reino de salvación

Oh cruz fecunda, fuente de vida y bendición


Impere sobre el odio tu Reino de caridad

Alcancen las naciones el gozo de la unidad


Aumenta en nuestras almas tu Reino de santidad

El río de la gracia apague la iniquidad


La gloria por los siglos a cristo libertador

Su cruz nos lleva al cielo, la tierra de promisión

(Canto popular - Freddie Mendez)

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