Nuestra vida vale la Sangre de Cristo...

FRASE PARA ESCRIBIR EN UN LUGAR VISIBLE A TODOS:
“Entonces Yahvé Dios formó al hombre con polvo de la tierra; luego sopló en sus narices un aliento de vida, y existió el hombre con aliento y vida.” (Gn 2, 7)

FINALIDAD DEL TEMA:
Tomar conciencia del valor de la vida personal y la de los demás para cuidarla y cultivarla para el bien común.
Asumir la misión de cuidar la vida en todas sus expresiones porque esa es la Voluntad de Dios.
REVISIÓN DEL COMPROMISO ANTERIOR:
Comparte lo que reflexionaste y encontraste en ti. ¿Te sientes bien así como existes actualmente? ¿Sientes que tienes que cambiar? ¿Por qué? Comparte también las fortalezas, las debilidades, las oportunidades y las amenazas que encontraste en tu vida cotidiana personal, familiar, laboral, vecinal, social… ¿Qué le dijiste a Dios sobre lo que descubriste? ¿Le preguntaste qué quiere Él que hagas con todo eso que encontraste en tu persona y en tu existencia? ¿A qué conclusión llegaste?
ESCUCHEMOS UNA EXPERIENCIA:
Carmela es maestra en una preparatoria de la Ciudad de México. Hace poco se integró a los conversatorios de paz que se organizan en su parroquia porque está preocupada por la violencia juvenil que se está incrementando en su escuela. Ella busca qué hacer y cómo hacer para que los jóvenes no sigan involucrándose en las pandillas y en las bandas que promueven la delincuencia y la violencia como formas de ganar dinero.
Cuenta cómo algunos de sus estudiantes, se han involucrado con bandas de jóvenes que se dedican a distribuir drogas en la misma escuela, en los alrededores, en sus redes sociales y en las zonas donde viven. Dice que muchos de ellos ya no van a estudiar porque ven a la escuela como un “mercado” donde pueden distribuir sus “productos” y a los estudiantes como “consumidores potenciales” de donde ellos pueden obtener ganancias. De hecho, dice, estos jóvenes no tienen ninguna prisa por terminar los estudios porque ahí, en la escuela, tienen la mayor parte de sus “clientes”.

Cuando habla con algunos de los jóvenes, con los que se puede conversar, les pregunta por qué se meten en esos caminos de mal y, ellos, le dicen que así obtienen más dinero que en un trabajo “normal”, que eso les da más rápido los recursos económicos que necesitan para conseguir lo que quieren y no necesitan esperar hasta terminar los estudios y tener una profesión para comenzar a ganar dinero.
Preocupada, dice que le angustia la conciencia que ellos tienen, porque cuando les dice que esa vida es muy riesgosa y peligrosa y que los pueden matar en cualquier momento, ellos simplemente dicen que saben que los van a matar en cualquier momento, pero el gusto de tener dinero para vivir placenteramente, aunque sea por poco tiempo, nadie se los puede quitar. Ella dice que ya no valoran la vida, ya no les importa su vida y, eso, dice, es muy peligroso para todos, porque por dinero pueden matar o morir en cualquier momento y en cualquier lugar.

IDEAS PARA COMPARTIR:
En el tema anterior señalamos la importancia de valorar nuestra persona: nuestra originalidad, nuestra autenticidad, nuestra diferencia…la importancia de tomar conciencia de que somos personas únicas y que no estamos llamados a ser “copias” de otras personalidades, sino que, por ser “imagen y semejanza de Dios”, nuestra misión es ser quienes somos y no quienes otros quieren que seamos, porque el Nombre de Dios es “YO SOY EL QUE SOY” y esa es la ruta que debemos seguir para ser personas significativas que enriquecen la existencia de los demás y de la sociedad en general.
Recordamos también que Jesús “pagó con su sangre” por cada uno de nosotros. Por eso, nuestra persona tiene un valor altísimo que nadie puede pagar y, esta es la razón por la que nadie puede ser dueño de nosotros, porque valemos “la Sangre de Cristo”, “la vida misma de Dios”. Por eso, dijimos, es “pecado” no valorarnos desde ese precio pagado por Jesús. Despreciarnos, maltratarnos, descuidarnos… es lo mismo que despreciar, tratar mal, descuidar a Dios en nuestra persona.

Otro “valor”, en este mismo sentido, es lo que llamamos “VIDA”, realidad que descuidamos mucho en nuestra cotidianidad. Se nos olvida, con frecuencia, que no es nuestra, sino que es algo tan valioso que Dios puso en nuestro ser para custodiar y cultivar de tal manera que produzca frutos en abundancia para nosotros y para los demás. Pero a veces nos olvidamos que vivimos, que estamos vivos. Y es que la “vida” es tan cotidiana, tan de todos los días que la ignoramos, no la atendemos, no la cuidamos, no la cultivamos en nosotros y mucho menos en los demás. Damos por descontado que somos personas con vida hasta que nos enfermamos o nos vemos en peligro de perderla.
No es una novedad si te digo que estamos en un tiempo y en una sociedad donde la vida es menos valorada, menos cuidada. Basta ver los noticieros, leer los periódicos, escuchar la radio, escuchar a los vecinos… para darnos cuenta de que la muerte está ganando terreno en las personas y en los lugares. Cada vez más escuchamos que aumentan las personas que eligen el camino de la muerte y son capaces de arrebatar la vida de otros para vivir ellas. Lo más triste es que cuando vemos quiénes son quienes matan o mueren son jóvenes y esto es lo que dibuja un panorama más sombrío en la sociedad, porque hay mucha probabilidad de que el desprecio de la vida se acreciente en la convivencia humana.

Volviendo la mirada a nosotros mismos, es bueno preguntarnos: ¿Qué tanto cuido y cultivo en mí la vida que Dios me dio? ¿Soy consciente de que la tengo y la debo cuidar? ¿Cómo la cuido? Porque puede ser que por nuestros descuidos la ponemos en riesgo o estamos creando condiciones que la van debilitando y destruyendo. Y no necesita venir un criminal a matarnos porque con la desatención de nuestra propia vida, nosotros mismos nos estamos matando.
¿Qué tanto valoro la vida en mí? La respuesta la podemos encontrar simplemente haciendo una revisión de cómo cuido mi alimentación, el descanso, la recreación, la estética… cuánto cuido mi salud física, mental, espiritual, afectiva… A veces, nos descuidamos porque, como dijimos en el tema anterior, creemos que “debemos hacer el bien a los demás a costa de nuestro sacrificio” en todos los sentidos y, por eso, terminamos cargando cruces que no son nuestras, que luego terminan por pesar demasiado haciéndonos caer en una espiral de angustias y ansiedades que nos enferman y poco a poco nos van matando.
¿Hacer el bien? Sí, pero no destruyendo el tesoro que Dios puso en nuestro ser (la vida) y nos dio la misión de cuidarla y cultivarla.

Si descuidamos la vida en nosotros y la abandonamos dejando que se llene de espinas, abrojos y alimañas, no podemos decir que Dios está feliz mirando cómo nos vamos acabando sin vivir plenamente. La vida es un tesoro que no nos pertenece, que tiene un valor divino incalculable y por eso tenemos que protegerla de todo aquello que puede debilitarla y destruirla en nosotros, en los demás, en la naturaleza toda.
No debemos olvidar nunca que, el primer lugar donde debemos comenzar por cuidar y cultivar la vida es en ese pedazo de tierra que lleva nuestro nombre y en el que Dios sopló su Vida para que podamos vivir.
¿Podemos hacer que los criminales, esos que desprecian la vida, dejen de destruir vidas? Tal vez no, pero sí podemos cambiar el hábito de descuidar la vida en nosotros, porque este hábito nos puede hacer criminales de nosotros mismos.

ENCUENTRO CON LA PALABRA DE DIOS
Nos ponemos de pie. Leer el siguiente texto bíblico:
“Entonces Yahvé Dios formó al hombre con polvo de la tierra; luego sopló en sus narices un aliento de vida, y existió el hombre con aliento y vida. (…) Yahvé Dios tomó al hombre y lo puso en el jardín del Edén para que lo cultivara y lo cuidara.” (Gn2, 7-15)
SILENCIO Y REFLEXIÓN
Reflexionemos un momento en silencio.

PARA COMPARTIR:
¿Qué te hace pensar el texto que escuchamos a partir de lo que hemos compartido?
¿Conoces a personas que desprecian la vida en ellas? ¿Cómo? ¿Por qué?
¿Conoces a personas que buscan destruir la vida de otros para estar bien ellas? ¿Cómo lo hacen?
¿Cómo sientes o crees que está la vida en ti? ¿Cuidada? ¿Descuidada? ¿Por qué?
¿Cómo está tu salud física, mental, afectiva y espiritual? ¿Crees que debes poner más atención en alguna de ellas?
¿Cómo se sentirá Dios con el trato que le das a la vida en ti?
ORACIÓN COMUNITARIA
De manera espontánea expresa en voz alta la oración que Dios haga surgir de tu corazón.

COMPROMISO
PARA TU PROYECTO VIDA. Teniendo presente el trabajo personal anterior donde identificaste tus FORTALEZAS, tus DEBILIDADES, tus OPORTUNIDADES y las AMENAZAS para poder mejorar tu vida y la de otras personas, ahora revisa cómo estás de salud física, mental, afectiva y espiritual. Esto lo podrás hacer mejor si te haces un chequeo general, si ves algún sicólogo y si consigues una persona que te pueda acompañar espiritualmente. Porque esta será la primera etapa de tu proyecto de vida: fortalecer una salud integral en ti. Este es el primer objetivo de tu proyecto: cuidar la vida en ti, para que luego puedas ayudar a otras personas a cuidar la suya.

REZAR JUNTOS LA SIGUIENTE ORACIÓN:
El Señor es mi pastor,
Nada me faltará.
En lugares de verdes pastos me hace descansar;
Junto a aguas de reposo me conduce.
Él restaura mi alma;
Me guía por senderos de justicia
Por amor de Su nombre.
Aunque pase por el valle de sombra de muerte,
No temeré mal alguno, porque Tú estás conmigo;
Tu vara y Tu cayado me infunden aliento.
Tú preparas una mesa delante de mí en presencia de mis enemigos;
Has ungido mi cabeza con aceite;
Mi copa está rebosando.
Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida,
Y en la casa del Señor moraré por largos días.
(Salmo 23)

Comments