La herramienta más utilizada
Frase para escribir en un lugar visible a todos:
« Caín entonces se enojó mucho y su rostro se descompuso… se lanzó contra Abel y lo mató…»
(Gn 4, 5.8).
OBJETIVOS:
Reconocer que todos utilizamos la violencia en nuestra cotidianidad.
Darse cuenta que la violencia inicia con nosotros mismos.
REVISIÓN DEL COMPROMISO ANTERIOR:
Comparte cómo te sentiste al dedicar un tiempo para rezar por la paz. ¿Lo hiciste de manera personal? ¿Lo hiciste con tu familia, con amigos o con tu grupo? ¿De qué te diste cuenta? Comparte también si investigaste sobre alguna iniciativa por la paz y qué decidiste.
PARTIR DE LA EXPERIENCIA Y REVIVIRLA:
Patricia está estudiando Ciencias de la Comunicación y, hace unos días, se molestó mucho con el profesor de fotografía porque le dio la mejor calificación a su amigo Cristian por una foto que tomó en la calle de manera espontánea e improvisada con su celular, mientras que ella dedicó toda una semana para diseñar la sesión fotográfica, buscar locaciones adecuadas al tema y conseguir los equipos necesarios para hacerlo de manera profesional.
Ella dice que el profesor no está siendo justo en la valoración del trabajo, pero él le dijo que, lo que califica, es el resultado y el mensaje que transmite la fotografía y que, en este caso, Cristian, el amigo de Patricia, logró capturar una imagen que reúne todos los requisitos planteados para el trabajo fotográfico. Que la foto lograda por Cristian fue la mejor de todos los estudiantes.
El enojo de Patricia fue tanto que dejó de hablar con Cristian, lo borró de sus contactos en su celular, en su facebook y en su Instagram. Desde hace días lo evita porque no lo quiere ver para no ofenderlo. De hecho, les dijo a su mamá y sus hermanos que cuando Cristian llame a la casa, le digan que ella no está o que está enferma, para no hablar con él.
Cristian no entiende qué pasa con ella porque ya se ha dado cuenta que lo evita y no quiere hablar con él. Se siente mal porque cree que ya no quiere ser su amiga. Se pregunta por qué, pero no haya respuesta.
CONTENIDO DEL TEMA
A veces pensamos que una persona violenta es aquella que arregla las cosas a gritos o golpes y que, a veces, llega a lastimar o matar a otra persona. Creemos que, porque somos personas “tranquilas”, “calladas” y no le gritamos a nadie y, mucho menos golpeamos o lastimamos físicamente a alguien, no somos personas violentas. Pero si tomamos conciencia de que “la violencia es la negación de toda relación”, entonces no podemos seguir diciendo o pensando lo mismo.
Desde el momento en el que, conscientemente, “no quiero relacionarme con alguien”, me convierto en una persona violenta o que usa la violencia, porque buscaré todas las formas posibles para “desaparecerlo” de mi vida. Utilizaré formas y medios que van desde las que creemos que son “inofensivas” como el ignorar su presencia, evitarlo, alejarse… o hacer como que no existe, hasta formas más agresivas y fuertes que le hagan sentir y entender que, para mí, es una presencia incómoda, desagradable y no deseada.
Como verás, en este sentido, nadie puede decir que no es una persona violenta. De hecho, algunos expertos del ser humano dicen que todos tenemos una especie de “instinto natural” de agresividad porque intentamos, consciente o inconscientemente, sobreponernos a otras personas. Que todos tenemos nuestros “mecanismos de defensa y de ataque”, sobre todo cuando percibimos situaciones o personas que interpretamos como peligro, amenaza o competencia. Por eso, dicen, los recursos que más utilizamos son la “defensa” o el “ataque” en casi todos los ámbitos de nuestra vida: personal, familiar, laboral, social…
Si miramos nuestra manera cotidiana de relacionarnos, con sinceridad, nos daremos cuenta que, con frecuencia, nos estamos defendiendo o atacando, con palabras, actitudes, comportamientos, acciones… que de alguna manera buscamos poner límites a la acción de otras personas, o buscamos quizá manipular el pensamiento y los sentimientos de otros, o tal vez influenciar negativamente a quienes están con nosotros, incluso buscar que alguna persona no sea capaz de realizar lo que quiere hacer con tal de que no nos supere. Y, si esto se sale de control, podemos llegar a quitar la vida a alguien.
La violencia tiene como finalidad eso: quitar la vida o causar la incapacidad del otro, limitar su espacio de acción, manipular su pensamiento y sus sentimientos, influenciarlo negativamente… y esto puede darse de persona a persona o a través de estructuras culturales, sociales, económicas, políticas, religiosas, familiares… Por eso, es un mecanismo, medio o “herramienta” que muchos usan para resolver conflictos o les permite alcanzar sus fines o intereses personales o de grupo.
Desde la perspectiva que venimos compartiendo, todos somos “expertos en violencia”. Nadie puede decir que en su manera de vivir y de relacionarse no la ha utilizado nunca para lograr algo en algún momento. ¿Qué tipo de violencia hemos utilizado o estamos habituados a utilizar? Esa es la cuestión. Pero que utilizamos la violencia en nuestra cotidianidad, eso es innegable, porque, de hecho, es el instrumento o herramienta que todo mundo conoce bien, porque hemos nacido y crecido en un ambiente donde abundan las escuelas de violencia, comenzando, a veces, con la familia.
Esas “escuelas de violencia” que nos forjaron y que nos siguen incitando a utilizarla, decíamos, a veces es la familia, las instituciones académicas, el ambiente laboral, el ambiente sociopolítico, el contexto local donde vivimos, la manera predominante en la que resuelven los conflictos la mayoría de la gente que conocemos, los medios de comunicación masiva, todo el mundo del entretenimiento audiovisual como el cine, la televisión, el internet… es decir, los espacios que nos entrenan para la violencia son innumerables.
Esta constatación en nuestra existencia personal y social, nos pide a gritos emprender un camino de desaprendizaje de todo aquello que nos conduce a la violencia como camino para conseguir lo que queremos o necesitamos. El Profeta Isaías (Is 2, 1-4) dice que, para desaprender la violencia, es necesario acercarse a Dios, conocerlo y seguir sus caminos. Porque quien se acerca a Él, lo conoce y sigue sus sendas, comienza a transformar sus “armas” en “instrumentos de trabajo” y, por lo mismo, se vuelven personas que no se entrenan para pelear con sus semejantes, mucho menos para quitarles la vida.
ENCUENTRO CON LA PALABRA DE DIOS
Nos ponemos de pie. Leer el siguiente texto bíblico:
"A Yahvé le agradó Abel y su ofrenda, mientras que le desagradó Caín y la suya. Ante esto Caín se enojó mucho y su rostro se descompuso. Yahvé le dijo: « ¿Por qué andas enojado y con la cabeza baja? Si obras bien, podrás levantar tu vista. Pero tú no obras bien y el pecado está agazapado a las puertas de tu casa. Él te acecha como fiera, pero tú debes dominarlo.» Caín dijo después a su hermano Abel: «Vamos al campo.» Y como estaban en el campo, Caín se lanzó contra su hermano Abel y lo mató." (Gn 4, 5-8)
SILENCIO Y REFLEXIÓN
Reflexionemos en silencio para que la Palabra de Dios transforme nuestra vida.
CONFRONTAR NUESTRA REALIDAD PERSONAL CON LA PALABRA DE DIOS
Para compartir:
¿Qué te hace pensar el texto que escuchamos a partir de lo que hemos compartido?
¿Crees que eres una persona violenta? ¿Por qué?
¿Dónde y cómo aprendiste a utilizar la violencia? ¿Por qué?
¿Cuáles son las “armas” que utilizas para “defenderte” o “atacar”?
¿De qué te defiendes o a qué atacas?
ORACIÓN COMUNITARIA
De manera espontánea expresar en voz alta la oración que Dios haga surgir de su corazón.
COMPROMISO
ORACIÓN Y DESPEDIDA:
Gracias quiero darte por amarme
gracias quiero darte yo a ti Señor.
Hoy soy feliz porque te conocí.
Gracias por amarme a mí también.
Yo quiero ser, Señor, amado
como el barro en manos del alfarero.
Toma mi vida, hazla de nuevo,
yo quiero ser un vaso nuevo.
Te conocí y te amé,
te pedí perdón y me escuchaste.
Sí, te ofendí, perdóname Señor
pues te amo y nunca te olvidaré.
Yo quiero ser, Señor, amado
como el barro en manos del alfarero.
Toma mi vida, hazla de nuevo,
yo quiero ser un vaso nuevo.
(Francisco Palazón)
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