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El poder de la inconsciencia...

No saber, no conocer, no razonar... nos puede llevar a ensombrecer la sociedad


San Lucas nos recuerda las palabras dichas por Jesús cuando lo llevaban como malhechor hacia el Calvario para matarlo: “Padre, perdónalos porque NO SABEN lo que hacen” (Lc 23, 34). Estas palabras nos recuerdan cómo la inconsciencia (no saber, no conocer, no “razonar”…) puede hacer a la persona partícipe del asesinato de inocentes y justos.


La inconsciencia puede hacer de nosotros una presencia que ensombrece y oscurece la existencia de aquellos con quienes vivimos y convivimos. Eso nos dice San Lucas cuando muestra la manera como fue matado Jesús y cómo la acción inconsciente de esas personas ocultó el sol (la luz) y el país quedó en tinieblas (Lc 23, 44).


Dice el relato que, después de ver cómo murió Jesús, algunos se dieron cuenta de que no era lo que ellos pensaban y tomaron conciencia de lo que habían hecho, pero el acto ya estaba consumado, ya no podían retroceder el tiempo.



Como cristianos, no debemos olvidar esto porque, si lo hacemos, podemos ser como tanta gente inconsciente que no se entera de lo que pasa a su alrededor, que no se interesa por conocer, investigar, saber, reflexionar, “razonar” las propuestas, proyectos, acontecimientos… por eso nos perdemos en esas multitudes irracionales que solo se mueven por las emociones del momento y terminamos siendo seguidores fanáticos de ideologías o liderazgos del momento, sin tener en cuenta las consecuencias de mal que puede ocasionar en nosotros, en mucha gente, en nuestro país, en el mundo…


Muchos, que se dicen “cristianos”, no razonan como ciudadanos inspirados en Jesucristo sino como seguidores de personajes que encarnan y propagan ideologías sociopolíticas que no sintonizan con la Voluntad de Dios. Desconocen el sentido original de la política, la democracia, realidades como el capitalismo, el socialismo, la corrupción, la impunidad, el autoritarismo, el populismo, los principios básicos y elementales que la Iglesia nos da para actuar políticamente…



Este desconocimiento los hace parte del problema sociopolítico que se vive y no parte de la solución. Porque generan o fortalecen conflictos y divisiones en el interior de las personas, en las familias, las organizaciones… debilitan o destruyen el bien común. En lugar de vivir como hermanos, hijos de un mismo Padre, terminamos siendo rivales, enemigos, “adversarios”…


Tomar conciencia de esto, nos ayudará a ser ciudadanos “razonables” y a ayudar a otros, sobre todo a aquellos con quienes vivimos y convivimos, a comprender y actuar la ciudadanía movida por el Espíritu de Dios y no por la ideología de moda o en el poder; porque el hecho de que muchos la sigan, no significa que está en sintonía con la Voluntad de Dios y, nosotros, obedecemos a Dios, no al líder en turno. Esta es la tradición cristiana más pura desde que las primeras personas comenzaron a seguir El Camino llamado Jesucristo hace más de dos mil años.



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